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Se llamaba Mara, era peruana, estaba en un viaje de negocios que incluía Santiago, Buenos Aires y Madrid

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La situación comienza en un vuelo de Buenos Aires a Madrid.

El avión estaba bastante vacío, a mi me había tocado una ventanilla. En eso veo venir por el pasillo a una morena de pelo corto caminando con la sensualidad de una gata. Su pantalón ajustado realzaba su belleza. Un top escotado dejaba ver su ombligo tostado por el sol y sus pechos pequeños y orgullosamente erguidos. Su boca, levemente fruncida en un mohín, era una promesa de placeres futuros.

Disculpa, me dijo con un tono extraño, ¿éste es el 39 K? Sí, le contesté, agradeciendo a la diosa fortuna que la hubiera ubicado a sólo un asiento de distancia. El avión despegó normalmente y nos pusimos a conversar. De dónde eres, qué haces, etc. Se llamaba Mara, era peruana, estaba en un viaje de negocios que incluía Santiago, Buenos Aires y Madrid. Más tarde, ya pasada la cena, apagaron las luces para proyectar una película. Me dijo que no le interesaba el film, si no me molestaba que se cambiara de asiento, a mi lado, para seguir conversando sin molestar a los demás.

Yo, que estaba perturbado con su sensualidad, acepté gustoso. No era mi tipo físico de mujer, ya que a mí siempre me han gustado las mujeres voluptuosas y ella era más bien flaca, aunque con una cola magnifica. Lo que me atraía era el sex appeal que emanaba. Una cierta atracción animal que flotaba a su alrededor. Estaba realmente impactado.

La charla continuó, de lo banal, pasamos a temas más íntimos, hasta llegar a mí preferido, el sexo. Me relató que hace ya un tiempo se había peleado con el novio, ya que no la satisfacía en la cama. Yo por mi parte estaba felizmente casado. Y a pesar de amar a mi mujer, no me hacía totalmente feliz en la cama, ya que cuando lo hacíamos era maravilloso, pero se daba con muy poca frecuencia y yo andaba caliente todo el día. Pero nunca le había sido infiel, sólo alimentaba mis fantasías leyendo relatos eróticos en la Web.

Confesión va, confesión viene, le cuento a Mara que una de mis fantasías era hacerlo en un avión. Ella me miró con una cara enigmática y me pregunta: ¿Te animarías? Yo creo que si, le dije, con la persona adecuada, que sea lo suficientemente caliente, sí. Y ¿yo seré esa persona? Preguntó, mientras su mano se desliza sobre mi pantalón, por mi pierna, subiendo hasta mi sexo, que reacciona de inmediato. Con cara de asombro la miro a esos ojos ardientes y sin creer lo que está pasando, la beso de lleno en los labios. Nuestras lenguas se buscan con la naturalidad de los viejos amantes, aunque era muestro primer encuentro.

Caliente como nunca en mi vida, pero temiendo que alguno de los pasajeros nos viera, busqué una manta para taparnos y tener cierta libertad de acción. Ya debajo de la manta mis manos buscaron sus pechos, acariciándolos por sobre su top y dentro de su escote, hasta llegar a desprender su corpiño. Para masajear con libertad esos pezones, ya duritos, entre mis dedos.

Ella, luego de sobarme la pija por unos momentos y viendo que obtenía una adecuada respuesta, ya me había abierto la bragueta e introducido su mano dentro de mi slip, para encontrarse con mi “amigo” bien duro y anhelante.

Lo acariciaba magistralmente de arriba abajo, con una maestría natural. De repente me susurra al oído si me gustaría que me lo chupe. Mi cara dijo todo y ella se arrodilló a mis pies, escondiéndose debajo de la manta.

Primero lamió mi pene lentamente, en toda su extensión, con esa lengua golosa, que me depararía muchos placeres. Mientras que con sus manos lo agarraba desde la base y acariciaba mis huevos. Me besó el capullo y retiró la piel del prepucio, para introducirse mi glande, rojo y victorioso, en su boca. Con habilidad magistral se fue tragando, lentamente, casi todo mi pedazo. Yo estaba en la gloria, ya que no hay cosa que más me excite que me mamen la verga. ¡Y cómo lo hacía!

En eso, no tiene la mejor idea de destaparse la cara de la manta y mirándome fijamente a mis ojos, con una cara de excitación, como nunca he visto y preguntarme si me gusta.

¡Ahhh!!!, me encanta, sigue, sigue mamándome y mirándome, ¡qué calentura!

Su lengua trabajaba mi falo, como si su vida fuera en ello. Parecía que su única función en la vida fuera darme placer. Era la mamada más rica que había recibido y el hecho de estar en un avión con una desconocida rodeado de 250 personas, sólo conseguía excitarme más.

Me agaché un poco par poder acariciar esas ricas tetas con mis manos, ansioso de gozar su cuerpo. Le advertí: Si sigues así me voy a correr en tu boca. No te preocupes papi, eso es lo que quiero, hazlo por favor, quiero tragarme toda tu leche, dijo acelerando el ritmo de sus caricias. Mi excitación estaba al límite y con esas palabras me dejé llevar.

Tratando de no hacer ruido y mantenerme quieto para que el resto del pasaje no sospechara, tuve uno de los orgasmos más intensos de mi vida. Mi leche salió a chorros, mientras Mara sacudía salvajemente mi pinga y succionaba la punta, absorbiendo hasta la última gota de mi leche. Sólo deje escapar un ¡Ah!, al terminar la descarga.

Minutos después Mara emergió de debajo de la manta y me besó en los labios muy profundamente, tenia aún el gusto a mi propia leche.

Ahora me toca a mi papi, me dijo al oído. Se arregló el top, se levantó y me hizo señas de que la siguiera discretamente a los baños.

Pero esa historia es para otro capitulo.

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Mi Locura Por La Ropa Intima De Mi Prima me restregaba sus calzones por mi pene llenándolos de mucho liquido seminal, me pasaba la parte donde se pone su vagina por todo mi pene

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Esta historia me sucedió cuando estaba de visita donde mi tía, yo pensaba quedarme por una semana para poder compartir más con mi primo.

Él tiene los mismos gustos que yo entonces nos llevamos muy bien, y tiene una hermana que es un poco extraña, a ella solo le gusta vestirse de negro y ese tipo de cosas que rodean a esa cultura. Ella tiene el pelo largo y sedoso color negro tiene muy buen cuerpo su culo es excelente y tiene muy buenas tetas. Yo con ella no tengo mucha amistad solo el típico hola y adiós tampoco nos vemos mucho pero una noche que ella se quedó en mi casa y yo la seguí y pude ver cuando se cambiaba los calzones pero estaba de espalda y no le pude ver sus hermosas tetas y desde ese momento yo me volví loco por ella esa misma noche me soñé que estábamos teniendo sexo en mi cama.

Primero la agarré y la puse boca arriba totalmente desnuda se veía tan inocente esperando por mi miembro erecto se lo empecé a restregar por encima de su vagina, muy pálida ella me decía, vamos que esperas amor, méteme ese palo que ya no puedo esperar más por sentir algo dentro de mi, y en el instante en que se lo iba a atravesar por su sexo femenino me desperté, no podía creer lo magnifico que fue ese sueño, inmediatamente tuve que masturbarme tenia que sacar toda mi leche de mi pene ansioso por sexo cuando logré eyacular me di cuenta que fue uno de mis mejores orgasmos y fue todo gracias al sueño acerca mi prima con la cual no tengo una amistad ni nada por el estilo.

Desde ahí fue el comienzo de la obsesión que tengo por ella cuando yo estaba en la casa de mi tía yo la veía a ella todo el tiempo y me volvía loco con solo verla pasar enfrente de mi. Una noche yo estaba viendo televisión en el cuarto de ella porque el otro tele estaba ocupado, ella se había terminado de alistar porque iba a salir a una fiesta y para suerte mía ella iba a usar zapatos abiertos y se sentó a la par de mí para probarse los tacones que iba a usar esa noche, no podía creer que ella se estuviera probando zapatos enfrente mío cuando logré ver sus pies blanquitos y muy hermosos en ese momento deseé tener mi cámara para poder grabar esos hermosos pies de seda y lo que terminó de excitarme fue que ella me pregunta con voz muy suave, dime una cosa ¿te gusta como se me ven estos zapatos?, casi me da un paro de corazón cuando me dijo eso, yo le pregunté, ¿porqué me preguntas? y ella me dice, es porque veo que no dejas de verme mis pies y por eso quiero saber que opinas, yo no lo podía creer ahora ella iba a creer que soy un depravado, lo que le dije fue, se te ven muy bien van con la ropa que tienes puesta, por no decirle lo que de verdad estaba pensando, que era que se veía riquísima, que desearía poder cogérmela ya y que me hiciera un masaje en la pene con esos hermosos zapatos negros que dejaban de ver sus dedos tan pálidos pero riquísimos con las uñas pintadas de color negro pero eso jamás iba a suceder después de preguntarme eso me pidió que si podía salir de su cuarto por que iba a cambiarse.

No tuvo que pedirlo mucho Salí casi corriendo al baño para masturbarme por lo que acababa de presenciar no duré mucho solo tuve que recordar sus pies y eyaculé inmediatamente sobre unos paños que eran de ella y me puse a pensar, …mi preciosa prima se ha pasado ese paño por todo su cuerpo desnudo…, de repente se me ocurrió otra cosa que fue volver a masturbarme otra vez solo que iba a usar sus paños para excitarme más, los agarré y me los envolví alrededor de pene y empecé con la acción fue una sensación increíble, todavía quedaban pelos de ella en el paño, me imaginé que eran de su vagina y fue tanto el placer que me volví a regar en los paños ya finalizado mis dos orgasmos del día. Salí del baño y agarré el paño y me lo llevé para el cuarto de limpieza y lo eché en la lavadora y así nadie se dio cuenta de lo que había sucedido, de regreso al cuarto de mi prima logré ver donde ella guarda toda su ropa int

erior, era en gaveta muy grande que estaba debajo de su cama, entonces se me ocurrió una idea, que si con un simple paño había tenido tanto placer que sucedería si fuera su ropa interior la que use para masturbarme, me quedé esperando a ver si ella le ponía llave a la puerta o algo para que nadie entrara, mi sorpresa fue que no, ella se iba y dejaba todo abierto, yo estaba que brincaba de la felicidad, ahora lo que ocupaba era que todos se fueran de la casa y me dejaran solo para aprovechar la ocasión.

Al día siguiente mi tía tenia que ir a ver a unas personas que pensaban comprar la casa que estaba atrás de la de ella y mi prima gracias a dios tenia que ir a trabajar yo ya estaba preparado para mi día de placer, mi prima se va desde las seis de la mañana y mi tía se iba a las ocho y mi primo andaba estudiando en la universidad, yo me iba a quedar totalmente solo, cuando me desperté ya mi tía estaba a punto de irse nada más me dijo que llegaba como en dos horas, todo estaba saliendo según el plan, cuando ella se fue era hora de escabullirse al cuarto de mi primita, me acerqué a la puerta de su cuarto que estaba medio abierta, mi corazón empezó a palpitar más rápido por la excitación, cuando entré había un olor muy rico al perfume de mi prima de cuando se echó para irse a trabajar, su cuarto estaba un poco desordenado lo primero que hice fue revisar los cajones del armario a ver que encontraba, solo había ropa recién lavada, entonces dije mejor vamos a lo importante me dirigí al cajón donde guarda toda su ropa intima, ahí estaba enfrente de mi fuente de placer me arrodillé y abrí el cajón, ahí estaba toda su ropa intima, mi pene se puso extremadamente duro desde ese momento Metí mi mano entre la gaveta lo primero que sentí fueron muchos calzones seguí hurgando y encontré algo que me parecía imposible de creer eran unas pantimedias negras que al parecer estaban nuevas por su olor y por la sedosidad que tenían eran de las que llegan hasta la cintura las agarré y me las llevé directo a la nariz olían riquísimo, las puse en la cama junto con los calzones que me habían gustado más.

Seguí escarbando más y encontré más pantimedias había de todo tipo tenia muchas que eran calcetas de diferentes colores y sabores, en el puro fondo me encontré unas pobres que estaban abandonadas eran negras y estaban un poco rotas seguro ella no las usaba más por estar rasgadas eran hermosas ya no soportaba más y llegó la hora de masturbarme, me acomodé de manera tal que todos los calzones y las pantimedias quedaran a mi lado derecho, empecé oliendo los calzones tenían un olor muy profundo como a su vagina, eso me puso a mil, me restregaba sus calzones por mi pene llenándolos de mucho liquido seminal, me pasaba la parte donde se pone su vagina por todo mi pene, y así lo iba haciendo con cada calzón, después pasé a lo mejor, tomé las pantimedias y me las ponía como si fueran condones y me masturbaba lo más rápido para dejarlas muy llenas de liquido y cuando ya me iba a eyacular paraba y me ponía otra y así consecutivamente, y las pantis que eran enteras, la parte donde se refugia la preciosa panocha de mi prima la lamía como si fuera unas paletas de helado, sabían muy rico a puros líquidos vaginales, yo no podía soportar más tanto placer tenia que regarme en ese momento fui y busqué entre sus zapatos y agarré todos los que eran de tacón alto y los empecé a chupar en la parte en la que pone sus preciosos pies, sabía delicioso, ya sentía los calambres que indicaban que me iba a regar, agarré unas pantimedias cafés y metí mi pene en ella como si fuera un condón, después acomodé mi pene dentro de uno de los zapatos y me empecé a masturbar cada vez más rápido hasta que me regué mi semen traspaso la pantimedia y cayo en el zapato, quedé totalmente rendido tirado sobre calzones y pantimedias de mi prima, esa fue mi primera vez que me masturbé con ropa interior, limpié todo rastro de mi momento de placer, pero me robé las pobres pantimedias negras que estaban olvidadas en el fondo del cajón, para cuando necesitaba un poco de ayuda a la hora de masturbarme en mi casa, así podría tener un recuerdo de ese precioso momento y además mi prima no se iba a dar cuenta que le faltaban unas pantis.

Espero que les halla gustado mi relato

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Tuve un acercamiento sexual con mi hijo en el baño de la casa, lo acaricie como nunca antes y me estremecí

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Soy una mujer de 42 años, divorciada, Argentina, con estudios universitarios, aunque no ejerzo actualmente mi actividad profesional de socióloga pues no paso apuros económicos y prefiero dedicarme a mi hogar y a actividades sociales.

Me casé muy joven con un hombre bastante mayor que yo, que me prometió una vida llena de placeres que no se concretaron. A los 19 años quedé embarazada sin que lo deseara mi marido. A los 21 era mamá de un niño y una niña. De allí basta. Eso fue suficiente para que mi marido perdiera interés en mi como mujer, yéndose raudamente tras la cola meneante de una adolescente que supo darle la frescura de su cuerpo, sin llantos ni pañales sucios que hallaba en nuestro hogar.

Una amiga mía ocupó el lugar que él había dejado. Fue madrina de mi hija, compañera, amiga, y amante voluptuosa ya que supo abrir con su dulzura y su amor increíble, las puertas de mi homosexualidad latente, no exteriorizada hasta ese momento. Si bien en mi adolescencia había experimentado el placer sexual con alguna compañera de escuela, no había pasado a mayores pues éste no era acompañado más que por la curiosidad, no por el amor. Más tarde, por los muchachos que asediaban y codiciaban mi cuerpo, mis padres insistieron en un matrimonio que según ellos “me convenía” y convencida de que era normal que lo hiciera, me convertí a los 18 años en la mujer de un hombre de 38, para el que yo durante pocos meses fui solo objeto de su morbosa pasión sexual, y una conquista exhibida ante sus amigos, frente a los cuales muchas veces debía presentarme vestida en forma provocativa e incitante, a fin de mostrarme como un trofeo y satisfacer así su ego de macho exultante al contemplar las miradas lascivas de ellos y también alguna que otra mano que intentaba descubrir mis encantos, en medio de las risotadas de todos que crecían cuando alguno, más atrevido, lograba poner mis senos al descubierto.

Mi marido no solo permitía eso sino que golpeando el puño contra su otra mano les insinuaba claramente, que, dinero de por medio podían obtener mis favores.

Mi amiga-amante suplió con creces el amor mezquino que mi marido me había dado como una limosna. Y allí conocí por primera vez el amor con mayúscula.

Digo por primera vez pues luego conocí otro superior, objeto de este relato.

Una vez felizmente separada y gracias a mi amiga que cuidaba mis niños pude continuar mis estudios y finalizarlos exitosamente. No dependía de nadie económicamente pues el juicio de divorcio me había permitido amasar una pequeña fortuna, con cuya renta podíamos vivir holgadamente.

Los niños fueron creciendo y educándose en muy buenas escuelas. Mi amiga, cuyo nombre no diré pues le prometí secreto, me ayudaba en su educación y era mi compañera, mi refugio, el complemento de mi ser y de mi cuerpo. Pero no todo es un jardín de rosas. Luego de algunos años, cuando mis hijos tenían 13 y 12 de edad, debió irse a España para cuidar a su madre enferma y aunque me prometió volver, no lo hizo más, dejándome acongojada y desconsolada.

No tuve problemas en relacionarme con hombres, pues debo decir que soy una mujer no solo sumamente atractiva, de cuerpo exuberante y belleza inusual, lo digo sin jactancia, sino con todas las dosis de simpatía y otras cualidades que decidían a aquellos a acercarse a mi, incluso con intenciones matrimoniales. Fui deseada, conquistada, amada, poseída, gozada, y alternativamente decepcionada, elogiada, vilipendiada y maldecida por aquellos a los que me había negado, pero por sobre todas las cosas totalmente satisfecha en mi yo de mujer. Con el tiempo mi belleza fue afirmándose, ya que iba poco a poco dejando de lado la inocencia de niña que poseía al casarme, adquiriendo en su lugar una elegancia, prestancia e imponencia que me abrían las puertas fácilmente en los lugares que frecuentaba, sea para algún trámite, sea para participar de alguna reunión social. Muchos de los hombres con los que yo simpatizaba y a los que otorgaba la oportunidad de prodigarnos mutuo placer sexual fuera del círculo de amigos de mi ex marido, quedaban perplejos cuando me negaba a afirmar una relación mediante matrimonio, puesto que después de convencerme de que mi amiga no volvería, me volqué enteramente hacia mis hijos a los que veía crecer y hacerse hermosos, inteligentes y aplicados en sus respectivas carreras. Especialmente mi hijo, con el que tenía una relación muy cercana, y que a algunos les podría resultar sospechosa, lo que no me importaba en lo más mínimo. Mi hijo, Carlos, era mi preferido en los bailes y siempre quería que me acompañara a toda reunión donde me invitaban. A los 18 años era un mozo, diríamos apetitoso para toda chica normal, y también, debo confesarlo y decirlo con orgullo, para su propia madre. En esos momentos pensaba que mi amor por él no albergaba ningún componente erótico, pero poco a poco cierta fantasía se iba introduciendo en mi mente. En mis noches muchas veces me dormía pensando que pasaría si no fuera su madre, pues verdaderamente comenzaba a sentir que mis hormonas iban lentamente convirtiéndome otra vez en mujer sensual, preparada para ser poseída por un macho. Mucho tiempo sin conocer el amor de una mujer parecía que hiciera que olvidara esa inclinación, de la que jamás me arrepentí, y me convertían nuevamente en hembra codiciada. Extraña consecuencia de mi líbido contenida: ver en el componente de la familia más intensamente ligado a mi el objeto de mis sueños y deseos despojados en mi pensamiento febril de todo tabú o consideración convencional.

El hecho es que Carlos comenzó a ser mi obsesión. Cuidaba de él y le daba todos los gustos pequeños como a un niño malcriado. Le compraba ropa, cada vez más atractiva, de hombre, no de imberbe, y cuando me di cuenta no podía ya dejar de hacer esas tonterías de mujer enamorada. Me vestía para él, sondeándolo para conocer sus gustos en eso, me peinaba como a él le gustaba.

Es claro que al muchacho todo eso le fascinaba y me decía siempre:” mamá, ay si no fueras mi mamá, sabes como me enamoraría de ti?”. Y yo le contestaba siempre riendo: “y si no fueras mi hijo sabes cuanto hace que seríamos novios?”.Claro está, la situación daba para más, pero ese tabú de 25 generaciones nos presionaba, nos aniquilaba, trababa nuestros sentimientos y nuestros deseos, que no podían manifestarse más que con una mirada, un sonrojo, una turgencia entre las piernas que notaba cuando bailábamos.

Transcurrieron dos años, siempre al límite del desborde. Inútil fuera que hiciera viajes al exterior. Donde quiera que estuviera el teléfono nos mantenía unidos y las palabras cariñosas de ambos precipitaban mi regreso.

Ambos sabíamos lo que queríamos y no nos atrevíamos a decirlo. Eran cada vez más ardientes sus lisonjas y halagos, y más de una vez encontraba en el mi dormitorio flores frescas, que ante mis preguntas él protestaba negándome que fueran de él. Una tarde salimos de paseo y vio en una joyería un reloj de marca importante que le gustó. Al día siguiente lo encontró sobre su almohada. Desde entonces lo llevó puesto siempre, diciendo que es regalo de su novia.

El verano pasado sucedió algo que preanunciaba lo que sobrevendría. Al borde de la piscina estaba yo tomando sol, sin sostén pues creía estar sola. Al rato una voz desde atrás: “bendigo al sol y lo envidio”, escuché. Sin mirarlo le contesté: “tanto sol me hace mal, Carlos, me pasas bronceador?”. Y fue la primera vez que mis senos impúdicamente se ofrecían a sus ojos y a la caricia de sus manos que con el pretexto de la crema recorrían todo mi busto haciéndome suspirar de voluptuosidad. No veía nada malo en su actitud. Ya había visto mis senos desnudos varias veces espiándome a hurtadillas, con mi complicidad que dejaba puertas entreabiertas.

La verdad es que esa vez mis pezones respondieron claramente y él jugó con ellos con picardía.

“Uh, mami, que hermosa estás”. Me levanté de un salto antes que las cosas pasaran de una simple caricia y fui corriendo al dormitorio. Me siguió. No quise arriesgar nada esa vez y no le permití entrar.

Al día siguiente el calor intenso nos invitaba a refrescarnos en la piscina.

Nadamos y jugueteamos un rato hasta que Carlos quiso salir y ducharse. Yo aproveché para tirarme en la reposera desnuda, apenas cubierta con una túnica. Estábamos solos en la casa. Desde la ducha me llamó: “mamá, me alcanzas jabón”. “Si, Carlos, enseguida”. Llegué al baño y entreabrí la puerta para alcanzárselo. El la abrió del todo; la lluvia mojaba todo su cuerpo desnudo, mi vista bajó hasta su enorme pene enhiesto que apuntaba al cielo. “Veni, mamá, ayúdame a enjabonarme, tengo una mano lastimada”. Tapada solo con la túnica comencé a enjabonarle la espalda, el pecho y la tremenda estaca que se manifestaba plenamente impúdica. Total, era mi hijo, tantas veces lo había bañado. La lluvia de inmediato empapó le tela adhiriéndola a mi cuerpo. Me apretó contra si. No pude resistir más… Mis labios se apretaron contra los suyos, nuestras lenguas se unieron, mis suspiros le decían todo. Me abandoné a él.

Envueltos en un toallón me alzó en upa y me llevó al dormitorio. Me depositó en la cama, entre un sinnúmero de almohadas, que se mojaron con nuestros cuerpos. Nada me importaba más que ser su mujer. Me sentó en el borde de la cama con las piernas hacia el suelo, abrió suavemente mis piernas y su cabeza se perdió entre ellas. Su lengua encontró el nido jugoso que sería de él, solo de él. Mi clítoris recibió las caricias de su lengua suave y enérgica y el deseo contenido durante siglos hizo explosión. Un orgasmo interminable sacudió todo mi cuerpo y los estertores, serían como 15 o 20 me sacudían mientras mis manos apretaba su cabeza contra mi vientre. El mundo se había detenido, solo el más intenso placer que experimentara en mi vida me envolvió.

En breve continuaré con el relato de esta primera vez con mi hijo, repleta de sensaciones.

Si alguna mujer se siente atraída por su hijo y no se atreve a concretarlo, mi experiencia y mis consejos pueden ayudarle. Le agradeceré me envíe sus comentarios.

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Mi marido accedió e hicimos un intercambio de parejas, pude ser infiel por primera vez y fue consentido

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Esto que voy a relatar, sucedió hace aproximadamente dos años.

Primero me describiré: Soy mujer casada con críos, rubia, ojos verdes, 171 cm altura y 90/61/93, cola bastante interesante (según lo que los hombres me dicen en la calle y los que compartieron y comparten lecho conmigo lo ratifican. Es lo que dicen una buena hembra. Dejé de ser virgen vaginalmente a los 16 años y analmente a los 19. Fuí modelo de pasarela y tuve varios “casting sábana”, en algunos casos en Gang Bang o simplemente en orgías, para lograr ubicarme en la escala de modelos de primera (Como lo  han pasado todas las modelos afamadas, aunque lo nieguen enfáticamente).

Conocí al que es hoy mi marido, dejé poco a poco las pasarelas y con ello mi vida y mi vida alocada, de tanto en tanto me pego “una escapadita” que mi esposo desconoce. Hay un viejo refrán que dice “La cabra para el monte tira y la puta para la cama”. Fui una oveja negra en mi familia, pero mis padres suspiraron aliviados cuando me casé.

Retomo el relato, mi marido cumplía años y le quise hacer el mejor regalo, ofrecerle lo que él anhelaba, una visita a un boliche swinger.

El sostenía que era solamente para mirar, mientras en mi interior deseaba no menos de un trío HMH, pero no lo expresé.

Me produje como una Escort VIP, aros redondos muy amplios, vestida con una túnica de Gasa negra, muy translúcida, como prenda interior una mini tanga blanca hilo dental (Que sabía que con la luz negra, iba a resaltar), sin brasier, ya que mis lolas se sostienen paraditas sin el.

Una capa de la misma tela, que tapara mi casi desnudez a la vista de los peatones/vecinos en la calle y unos zapatos de acrílico transparente con plataforma y gran tacón.

Cuando pasé por el espejo del palier, me miré, el espejo me devolvió una figura que me hizo acordar la época en que transitaba pasillos en busca de productores y terminaba en la cama de alguno de ellos. Me sentí sumamente conforme con mi figura.

Llegamos al boliche, dejé mi capa en el guardarropas e ingresamos  al local propiamente dicho, la luz negra develó lo que yo había previsto, la mini biquini resaltaba notoriamente y hasta oí un murmullo de los asistentes. Sin darle importancia al mismo, nos dirigimos a la barra a solicitar las bebidas y nos instalamos, mientras curioseábamos el lugar y hacíamos acotaciones. Ya agotadas las bebidas nos fuimos a la pista de baile, allí música tropical nos hacía bailar separados, mientras estábamos en esa, varias veces manos anónimas me toquetearon las nalgas. Al ser tan fina la tela y ser la ropita interior solo un hilo, sentí que las manos apretaban y se deslizaban por mi zanja, como si estuviera completamente desnuda. Mi entrepierna cada vez estaba más húmeda, en algunos casos, exageradamente me separaba de mi marido forzando un roce para seguir gozando esas caricias.

Pusieron luego, una música más lenta, por lo cual optamos por volver a la barra a beber otra copa de licor.

Volvimos a nuestros asientos, charlando un tanto de lo bien que estaba puesto el boliche, cuando anunciaron el espectáculo en vivo, que se desarrollaría en la pista de baile. Nos agrupamos como pudimos entre tantas parejas, hembras y machos. Era una pareja, que luego de acariciarse, iniciaron un contacto sexual con penetración, a todos los presentes nos cachondeó, en el amontonamiento y con la calentura que generaban “los actores”, varias manos me acariciaron bien profundamente la cola, sin ninguna reacción aparente de mi parte, ya que la procesión calenturienta iba por dentro mio. Mi marido entretenido con la actuación, no daba señales de enterarse que su mujer era sobada por todos los machos cercanos.

Terminada la actuación, volvimos a nuestro lugar, pero ya mucho mas calentitos. Mi marido comenzó a toquetearme y me propuso ir a alguno de los “privados” para continuar a profundizar lo que estábamos haciendo. Vaciamos las copas de licor y nos fuimos a un privado, son lugares habilitados con una especie de lecho sumamente amplio, más de 150 cm de ancho.con lugar como para varias parejas, relativamente oscuro y sin puertas. Cada persona que pasaba por el pasillo, tenía vista de lo que hacían los que estaban dentro. El único sitio más o menos desocupado que nos pareció potable, era uno, donde dos muchachos hacían un trío con una chica HMH, nos acomodamos en una punta de la cama, donde mi marido se bajó a mi entrepierna y me comenzó a lamer desde mi almejita hasta mi ano, arrancándome varios orgasmos, teniendo en cuenta que soy multiorgásmica y que estaba super cachonda por todo lo sucedido hasta ese momento. Luego me bajé yo y le lamí el tronco del pene, desde el glande hasta los testículos, terminando de meter en mi boca su mediana cabeza.   En un momento me frenó, me dijo que si continuaba en ese metié iba a acabar y que lo quería era acabar dentro de mi vagina. Me subió la túnica hasta el cuello, me chupó tremendamente la tetas y me penetró vaginalmente de un solo envión, ayudado de que yo estaba totalmente lubricada. Mis piernas abrazaban a mi esposo por la espalda, cuando ingresó un macho, bastante agradable y dirigiéndose a mi, mi marido no había advertido su presencia al estar totalmente de espaldas, me preguntó si aceptaba que participase. Ante tamaña pregunta, no le respondí, pero le dije a mi cónyuge, que el señor quería hablar con él, mi marido sin dejar de penetrarme giró el torso y esperó la pregunta, el potrillo este le volvió a reiterar a mi marido la pregunta, ante mi sorpresa, mi esposo respondió, que él no tenía inconveniente en acceder a lo requerido, pero que esa pregunta la debía responder yo. Anonadada no supe responder, mi marido tomó mi mano, estirándola hacia el joven, que la ver mi mano a la altura de su entrepierna, abrió el cierre de su bragueta y sacó una poronga, como hacía rato no gozaba, me la puso en la mano y me ayudó a que lo masturbase. Al sentir la tersura de ese miembro, mientras mi marido me seguí serruchando, mis orgasmos se sucedieron sin solución de continuidad, cuando sentí la lechita tibia de mi marido inundando mi concha, yo ya estaba mamando aquel choto, que llenaba mi boca. Exploté en un super orgasmo. Mi marido se retiró de adentro mío, he invitó al muchacho a ocupar su lugar, eso si le exigió el uso de profiláctico. El muchacho se situó entre mis piernas y me enterró lentamente su fierro. Al tener ya dilatada la vagina, poco le costó llegar a tope, pero yo sentí como llenaba totalmente mi vagina, arrancándome gemidos de placer. Era realmente un polvo con todas las de la ley, mientras mi marido trataba por todos los medios despertar a su flácido pene, haciendo que se lo chupara. El “invitado” me estuvo, para mi satisfacción y goce”, cogiéndome cerca de 20 minutos, en los cuales seguí teniendo múltiples orgasmos. Cuando acabó me saludó agradeciéndome el servicio, dejándome su tarjeta con todos sus datos, por si yo quería volver a coger con él.Mientras que yo cogía con este chico, la mujer del trío, me empezó a chupar una teta. Yo estaba super cachonda, con la cogida que estaba siendo recibida, la poronga de mi marido en la boca y la chica chupando mi teta, que al acabar el “invitado”, yo quería seguir la fiestita, uno de los chicos del trio me pidió permiso y me insertó su pene en mi panocha, yo quería seguir cogiendo con cualquiera que se presentara y toda la noche. Mi marido con la pija ya morcillona, empezó a manosearle la cotorra a la chica, cuando el chico que estaba sin actividad nos propuso seguirla en su departamento, que estaba a menos de 15 cuadras del lugar. Con la calentura que teníamos mi marido y yo accedimos de inmediato, pasé por el guardarropas, retiré la capa y fuimos hasta un estacionamiento cercano (Con mi marido habíamos llegado en taxi). Uno de los chicos, preguntó a mi marido si sabía manejar, ante la respuesta afirmativa, le dio las llaves del coche, para que manejara siendo copiloto la chica, subió en la parte de atrás uno delos chicos, yo en el medio y el otro chico al otro lado. El franeleo que me hicieron asiéndome sentar sobre la pija de uno, que me ingresó totalmente vaginalmente, mientras el otro me sobaba y me chupabas las tetas al tener la vestimenta arrollada a mi garganta, fue impresionante. La chica, mientras le chupaba la verga a mi marido.

Llegamos al estacionamiento del edificio, con la llave electrónica abrieron la puerta y descendimos hasta un primer subsuelo. Bajamos del auto ya estacionado, parecían pulpos por las manos y dedos que ingresaban tanto a mi concha como a mi orto, dilatándome el esfinter como para recibir una buena penetración sin mayores esfuerzos. No iba a ser mi primera penetración anal ni tampoco la última. Llegó el ascensor, habilitado solamente para tres personas, subimos los dos chicos y yo al 9 piso, mi marido se quedó con la chica en el subsuelo, luego me comento que la chica le dijo que le diéramos un tiempo prudencial al trío, como para que yo gozara un poquitín de intimidad y pudiera soltarme sexualmente, mientras ella le prodigaba un pete de locura, ya que no quería estar desnuda por si arribara algún vecino.

Ya dentro del departamento, me quite toda la ropa, lo mismo que los chicos, me tomó uno de la mano y me condujo a uno de los dormitorios, allí se tendió y me pidió me insertara la pija en mi concha, luego hizo que me recostara sobre él y el otro chico, sin mayor dificultad, al estar ya dilatado mi orto, me penetró analmente.

hacía un tiempo que no recibía ese tratamiento, que sumado a una o varias pijas en la boca, es algo que ninguna mujer debía de dejar de probar. Es el sumun del acto sexual para una hembra, se goza exquisitamente, te sentís en el Edén de las cogidas. Todavía no puedo creer los orgasmos que tuve. Y mi libido quería más, pero  mucho más. Los chicos tomaron una cámara y comenzaron a rodar, en un TV 50, yo veía como me perforaban el culo, veía como me la sacaban de adentro, como quedaba mi orto en flor y como volvían a penetrarme lentamente, de tal forma veía claramente como su cabeza me ingresaba analmente, esa visión aumentaba notoriamente mi calentura.

Así llegó mi marido, cuando tenía doble penetración. No se que miró ni como lo tomó, poco me preocupaba, se tiró con la chica en la cama y en posición de perrito, advertí que la sodomizaba.

Luego de innumerables penetraciones, resolvimos tomarnos un respiro, todos desnudos fuimos al living a tomar alguna bebida. Allí cada uno contó de sus fantasías, mi marido confesó que su fantasía era compartir a su mujer, pero que nunca creyó que se daría y menos de la forma en que se dio. Yo por mi parte me sincere y dije que me encantaba la doble penetración, y más si participaban morenos bien dotados. Mi marido ya sabía que yo de soltera había tenido varios Gang Bang y orgías en el ritmo que imponía el modelaje (no supo nunca de mis escapaditas de casada).

Uno de los chicos hizo una llamada telefónica y aproximadamente 10 minutos luego sonó el timbre, abrieron y se presentó un moreno, digamos un negro super fornido, vestido únicamente con un short y ojotas, mientras nosotros seguíamos todos desnudos, con una sonrisa de boca a boca, nos dijo, bueno me pondré en las mismas condiciones de ustedes, se quitó las ojotas y luego el pantaloncito, dejando a la vista una tremenda poronga, en ese momento morcillona y gorda, que realmente me enamoraba.

El chico que habló telefónicamente me dijo, bueno, no pude conseguir más de un moreno, pero creo que tu fantasía estará medianamente cumplida. Yo complacida.

El moreno se sentó a mi lado, por lo visto había sido bien aleccionado

comenzó a magrear mis tetas, besándomelas mientras que su otra mano acariciaba mi entrepierna, yo abría las piernas para facilitar su labor, cuando me tuvo “a punto de caramelo”, me tomó de la cintura y me llevó al dormitorio, allí me di cuenta que los dos chicos y la chica decidieron con antelación no participar, le dijeron a mi marido que únicamente mirara como lo harían ellos. Uno actuó de camarógrafo, el resto bien parados o sentados en sillas mirarían el espectáculo, de como yo cumpliría mi fantasía propiciada por los chicos.

Me puse a hacerle una felatio, exquisita manera de recibir al moreno, me encanta ver como la poronga toma brillo con mi saliva. No pude tragar más de la mitad, ya que su punta rozaba mi garganta y me producía arcadas, pero en un momento el negro se tensó y acabó dentro de mi boca, ríos de semen trague (Diré que con la calentura que teníamos mi marido, los chicos y yo, cogimos siempre sin profiláctico). No era la primer vez que tuve esa práctica, pero pocas veces lo hice, nunca con mi marido. Todo iba siendo grabado y reproducido en la TV. Al acabar, creí que el moreno iba a necesitar un tiempo para reponerse, me tomó en vuelo, como a una pluma, me colocó de espaldas en la cama y me penetró, diré sin mentir, que ese a haber sido cogida reiteradamente ese día por la vagina y estar super lubricada, me costo y dolió en un primer momento la penetración de ese intruso. Como sucede en muchos casos a las mujeres, alguna vez le duele un poco, pero luego la gozamos como perra en celo. Yo seguía orgasmeando.

Sin él acabar, me la sacó de adentro de mi vagina, me dio vuelta y me dijo “quiero tu culo”, me metió uno, dos hasta tres de sus dedos, estirándome el esfinter, con dedos que cada uno parecía una zanahoria mediana, al llegar al tercer dedo gemí de dolor, veía en la TV, como ingresaban y salían de mi humanidad. Ya bien dilatado mi orto,apuntó su enorme pene a mi agujero trasero, no creí que me pudiera entrar, veía en la pantalla su esfuerzo y poco a poco su cabeza fue desapareciendo dentro de mi recto, creí o mejor dicho sentí que me habrían en dos, le pedí, le rogué que me la sacara, pero sus manos estaban aferradas a mi cintura y hacía fuerza con su chota para entrar en mi al máximo. Pronto sentí que su pubis golpeaba mis nalgas, me había “clavado” todo su pene dentro de mi cola. Le pedí que esperara un instante, antes de empezar con el mete y saca, a que mi ano se acostumbrara. Allí, luego de unos segundos, comenzó a moverse adentro mio,poco a poco el dolor fue cediendo, dejando lugar al gozo. En momento la sacaba de adentro mio y yo podía admirar como me quedaba abierto en flor mi ano, nunca creí verme tan abierta de cola, era un espectáculo visual espeluznante y calenturiento. Ver como ingresaba su glande, sin mayores tropiezos en mi orto, fue algo  espectacular. Mi marido luego me comentó, que no podía creer como recibía tal chota, que le volvió loco de calentura verme empalada por el negro.

Cuando acabó dentro mio, sentí claramente como su lechita inundaba mi ser, por lo cual exploté en la mejor acabada de la noche.

Ya dolorida,le pedí a mi esposo retirarnos a casa a descansar. En mi dormitorio, mi marido quiso cogerme, yo tenía tanto la vagina como la cola infamada, por lo que le hice una mamada de ordago para que saciara en mi boca sus deseos sexuales.

Otro momento le daría mis dos agujeros.

Al otro día al atardecer fuimos a buscar los críos a casa de los abuelos.

Mony

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Mi compañera de trabajo fue infiel a su novio conmigo en un arrebato de despecho que aproveche muy bien

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Hola me llamo Luis y esto que os voy a contar me ocurrió hace poco, yo trabajo de camarero en un restaurante de las afueras de Madrid, y el fin de semana viene una chica que se llama Leticia a hacer unas extras de camarera también, ella es espectacular, mide cerca del metro ochenta y tiene unas curvas de espanto, unos pechos de la 100, y un culo de alucinar.

Siempre estábamos vacilando de cuando va a dejar al novio para venirse conmigo, pero solo eso, hasta que un buen día me dijo: si quieres podíamos salir algún día a tomarnos unas copas o ¿algo no? Me lo dijo en un tono que yo ni me imaginé lo que me tenía preparado, así que un jueves me llamó para quedar, yo dije que si.

Me puse a vestirme para ir a trabajar y luego salir con ella. Al terminar de trabajar me fui corriendo ya que llegaba justo y allí me la encontré, en la puerta de la taberna irlandesa donde habíamos quedado, estaba sencillamente espectacular, con un vestido negro que marcaba todas sus curvas, nos metimos dentro y mientras yo pedía, ella se fue a una mesita para poder hablar un poco tranquilos, estuvimos hablando bastante rato así que nos dio tiempo a pedir un par de rondas más y como no, le pregunté en tono de vacile: bueno, y ¿cuándo vas a dejar a tu novio para venirte conmigo? ya sabes que me gustas, si mediar palabra, me dijo que había pillado en el móvil de su novio unos mensajes a otra chica con la que al parecer traía bastante “confianza” ya me entendéis. Entonces, todo el plan que había preparado cambió por completo.

Ella siguió hablándome de su novio, que le quería y no le quería dejar, pero entonces yo le dije: mira, si te hace daño no merece la pena que sigas con él porque solo quiere estar contigo para saber que siempre tiene a una segura (eso lo digo porque todos los hombres somos iguales aunque nos empeñemos en decir que no), al oír eso, Leticia se quedó como colapsada e intentó decir algo, pero no pudo porque yo me adelanté y la dije: mira, una chica como tú no tiene que estar con un patán como ese, te mereces alguien que te cuide y sienta por ti algo especial, que se interese por ti y tus cosas, ella seguía igual, pero entonces dijo en una voz que apenas se podía oír: bésame. Yo me quedé dudando un poco, pero al final me lancé y fue el mejor beso que yo recuerde, tenía una boca suave, unos labios carnosos y una lengua como de terciopelo con un ligero sabor a un chicle que se estaba tomando.

Pasado un rato, nos separamos y Leticia me dijo, ¿sabes? tienes toda la razón, a partir de ahora voy a hacer lo que me de la gana, y que le den por el culo a ese bastardo, yo me quedé asombrado del efecto de mis palabras en ella así que le dije que si quería ir a mi casa para estar más cómodos a lo que ella asintió con la cabeza, me cogió de la mano y empezamos a andar hacia el coche. Camino de mi casa ella seguía hablando de lo que su “querido” novio le hacía hasta que llegamos al punto ese en el que comenzó a decirme sus intimidades, hace mucho que yo no me corro, me decía, esto me puso bastante cachondo, ella seguía contándomelo todo, a veces hemos intentado cosas nuevas, como el sexo anal o la dominación, pero yo lo hacía por complacerle, cada vez que hablaba de su novio me parecía más cabrón de lo que me imaginaba.

Llegamos a casa y al entrar Leti me dio otro de sus suaves besos, esta vez acompañados de una suave caricia por mi entrepierna, se quedó un rato así y me dijo: vaya, si que vas bien armado Luis, yo no me hice de rogar y comencé a desnudarla poco a poco, tenía la respiración muy fuerte lo que me indicaba que iba por el buen camino así que con el vestido a medio quitar, le desabroché el sujetador de un plumazo y ¡menudas tetas! Eran mejores que en mis mejores sueños, me puse a juguetear con sus pezones ya duros, ella seguía alterada y me decía que no parase, estuve chupando aquellos pezones un buen rato y mientras mi mano exploraba ese coñito empapado, le quité el vestido del todo, jun

to con el tanga negro que llevaba y así se quedó, en pelotas, yo me separé un poco para admirarla ¡y madre!, un cuerpo de 10, entonces me dijo: a que esperas ven aquí que no te voy a comer, ¿o si?, esto me espoleó de tal manera que no tardé ni dos segundos en tumbarla en el sofá del salón y decirle: ahora el que te va a comer voy a ser yo.

Me hundí en su gruta y empecé a hacer la mejor comida de toda mi vida, ella jadeaba, me decía que no parase que era maravilloso, lo mejor que le habían hecho en mucho tiempo hasta que noté como su cuerpo se estremecía, entonces paré, me levanté con la cara empapada, me quité la camisa, el pantalón y el calzoncillo que llevaba, ella puso una cara de vicio que hasta yo(soy muy vicioso) aluciné, sin más, ella se acercó y me comenzó a chupar mi verga, me la exprimía queriendo sacar hasta la última gota, pero yo no estaba por la labor de correrme tan pronto, así que la volví a poner en el sofá y le dije: ahora vas a ver lo que es una buena tranca y sin más empecé a moverla suavemente por sus labios, ella estaba fuera de si, por lo menos yo nunca la había visto así, me dijo: estoy a cien, quiero que me la claves ya, yo por supuesto le hice caso.

Aquello era una delicia, tenía el coño tan apretado que no podía meterla toda del tirón, hasta que ella se inclinó un poco hacia atrás, dejando ver el culito, ese culito empapado en sus propios jugos, entonces le cogí las piernas, me las puse en el pecho y se la metí entera, ella dio un gritito de placer y dolor juntos, empecé a bombearla al principio tranquilo, pero luego ella quería más y aceleré el ritmo, ella estaba gozando hasta que empecé a frotarle el clítoris con una mano, llegó al orgasmo enseguida, seguí, pero ahora era ella la que quería llevar la voz cantante, así que cambiamos la posición, ella se puso encima de mí y empezó a moverse en círculos de una manera que yo empecé a notar que me corría, ella también lo notó, por lo que se puso de rodillas y empezó otra vez a chuparme la polla, se la metía hasta la mitad solo porque no podía más.

Yo estaba a punto y se lo hice saber, pero ella aceleró más todavía para quedarse con toda mi leche, me corrí en su boca de una manera bestial, casi se atraganta, pero no soltó ni una gota de esperma, al terminar, me limpió la polla hasta dejarla impecable, luego, se puso a mi lado y la tapé con una manta, me dijo: gracias, lo necesitaba. Yo me quedé dormido enseguida, es un fallo, pero bueno, cuando me desperté eran las seis de la mañana y ella no estaba ya, me había dejado una nota en la que ponía: espero que lo repitamos, te veo el finde.

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Con Dos Polvos Echados, El Tercero Cuesta y mas aun si es con mi amante favorita y compañera de labores

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La historia comienza con el encuentro casual en el trabajo, ella muy elegante algo distante en el principio pero ciertas miradas fueron despertando algunas pasiones dormidas, el mío había sido en los últimos años un sexo standard con mi mujer.

Era interesante como lentamente se despertaron algunas calenturas dormidas, parecíamos dos pendejos en primavera, roces por aquí y por allá, finalmente un encuentro inevitable hizo que la besara largo y después con todas las luces encendidas le fuera quitando lentamente su ropa, buenas tetas, caderas suaves pero de esas que te dan donde agarrase, una hermosa y cuidada conchita, un manjar que desde ese primer encuentro me encanta comerme.

Fue entonces cuando apareció el primer signo, comencé con sus tetas, luego bajando hasta sentir el aroma de la calentura de esta hermosa hembra, empecé a pasarle la lengua, morder suavemente y después a hundir mis dedos en la primera cueva de todos los placeres, encontrando el botón mágico y tocándolo como se debe explotó por primera vez.

Fue fantástico comerme su corrida, larga, de hecho sus múltiples corridas. Me senté y sola como sabiendo de antemano que hacer se puso sobre la dura verga y se la clavó. Galopó un rato, y se movía como una diosa, no podía aguantar mucho y mientas comía sus tetas la inundé. Después de un rato se paró para ver como se escurría mi leche entre sus muslos. Sabía ponerme loco y describirse a ella misma de forma fantástica.

Los encuentros fueron cada vez más intensos buscando y descubriendo placeres oscuros y ocultos. Cenábamos en un restaurante, mantel largo, pollera abierta, ella con su mano en mi pantalón y yo tocándola y corriendo su tanga para llenarme los dedos de su goce, el mozo lo intuía y a pocos metros de distancia la una de las mujeres de una mesa de cuatro no podía ocultar su envidia. Es difícil tener placer sin que se note. De postre, dátiles, tomé uno y llevándolo a su conchita lo mojé, mientras ella me decía, sos un hijo de puta.

Después me lo comí despacio, si un poquito fue para ella. Esa noche en el auto, mientras tratábamos de llegar lo más rápido posible al hotel, peló mi verga y me dio una mamada espectacular, no podía seguir manejando, un peatón se dio cuenta que mis reflejos estaban en otro lado y rápidamente se corrió así que paré el auto, no pudo evitar que algo terminara en su boca y después su traviesa lengua hizo que sintiera mi propio gusto.

Ella me demostró que deben haber pijas que fueron hechas para ciertas y determinadas conchas, seguramente también vaginas moldeadas para penes, no creo que alguna vez se podrá saber por qué, pero ni ella ni yo somos portentos, solo que cuando empiezo a moverme, luego tenerla toda adentro simplemente empieza a terminar y ya no para. Pone esa cara de estoy gozando como una guacha, gritando y pidiendo un poco más que hace que yo simplemente terminé gozando como un animal. Alguna vez en el hotel se levantó y dándome la espalda dejó su culito a centímetros y entonces pasé toda la lengua por ese inexplorado territorio. Ella fue tajante, por ahí no!

Algunas semanas más tarde, luego de terminarla con mi boca le comí el culito por varios minutos y entonces desperté a la bestia que dormía. Mucha lengua, un poco de aceite y paciencia hicieron el resto, sentir como abría un ano bien cerrado, viendo desde arriba como se pierde la pija entre esas nalgas y tu hembra te pide más es casi celestial. Dos o tres veces más y la guachita se mandó un espectacular orgasmo mientras le hacía la colita. Así en cuatro patas, casi inocentemente le di un chirlo (nalgada), dame más por favor fue su ruego, y otra vez terminó gritando, con la cola roja, abriendo nuevos horizontes y yo descargando toda mi leche en ese culito divino.

Un clásico, después de dos polvos el tercero cuesta sacarlo, ella comenzó jugando con su lengua, cabeza, tronco, huevos y un día empezó a comerse mi culo, tal vez después de haberse dado cuenta que se sentía bárbaro, y como así empezó a jugar con un dedo en mi también inexplorado culo, y entonces mientras se come magistralmente mi pija, juega con su dedo tocado algo que solita descubrió y que me hace terminar como un animal desparramando leche por todos lados.

Jugando a ver quien puede mear más rápido después de una follada, al principio perdía ella siempre, seguramente más por inhibiciones que por otra razón, empezamos a jugar a la lluvia dorada, nada de tragarla pero si empapándonos y mojando algún que otro dedo para darnos el gustito. La verdad es que se calienta mucho viéndome tirarle el meo en la concha y me pone a mil meter la meno por debajo del de ella.

Buscando, buscando jugamos un poco a los roles, yo el plomero y ella la provinciana inocente, los jugos le caían por los muslos sin que yo ni la hubiera tocado, y después cogimos como animales.

Probamos dulce de leche en tetas, crema en concha (es un poderoso afrodisíaco) y mermelada por todos lados (lamerla desde el culo es soberbio), con los juguetes poco, tal vez no hagan hecho falta todavía. Otros adentro (trío) por ahora parece que no necesitamos.

Lo bueno es eso, sexo a la medida. Si tienen ideas, mándenlas. Si se pajean bien, si lo disfrutan de a dos mejor.

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El acosador se alejaba y se acercaba alternativamente del culo de Eli pero, cada vez que se pegaba, ella notaba como algo más grande se introducía entre sus nalgas.

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Había sido un día caluroso. Durante toda la jornada, en ningún lugar del hotel se estaba a gusto. Por fin, al caer la tarde, y ya después de la cena, en la terraza había un ambiente agradable. La iluminación suave despertaba reflejos plateados en el agua de la piscina, y, sobre la música de fondo, se escuchaba el placentero caer del agua de una pequeña cascada artificial. La Luna, en aquella parte tan cercana al ecuador, se veía grande, magnífica. 

I

Los músicos no pretendían en modo alguno que la gente se pusiera a bailar. Únicamente ofrecían un contrapunto a las conversaciones en voz baja, a las risas contenidas y a los pasos de los camareros que se deslizaban entre las mesas, algunas cubiertas con sombrillas de paja, donde se encontraba una variopinta multitud de personajes que tenían una característica común: a nadie le interesaba lo que pudiera estar haciendo cualquier otro. Solo algunas miradas que se desplazaban de mesa a mesa buscando algo, quien sabía qué. Nadie vestía de gala. Las ropas eran veraniegas, frescas y sutiles, con pocas o ninguna concesión al lujo. Era lo que apetecía con aquella calor.

 

En una de las mesas cubierta con sombrilla se encontraba una pareja de mediana edad. Charlaban, como los otros, con voz suave, sin hacerse notar. Era otra de tantas parejas alojadas en el hotel que buscaban sobre todo sosiego y tranquilidad en un lugar donde nadie les conociera, y poder hacer todo aquello que verdaderamente les apeteciese. Nada más.

 

El hombre llevaba unos pantalones cortos y una camisa de manga corta y estampado de flores, junto a unas sandalias. Sobre la mesa, a su alcance, un vaso ancho lleno de hielo y con dos dedos de whisky. La mujer se había puesto un vestido que le llegaba a las rodillas, aunque se le había subido un poco al estar sentada, con un ligero estampado y fino. Sabía que dejaba poco a la imaginación, pero éso no le importaba en absoluto. Lo bueno era estar fresca después de aquel agotador día. Bebía un licor supuestamente sin alcohol. Supuestamente, porque aquel brebaje, a juzgar por cómo le estaba sentando, debía de tener bastante graduación.

 

La mujer había detectado en varias ocasiones miradas furtivas desde otras mesas dirigidas directamente a su entrepierna. Cuando aquello ocurría, cruzaba las piernas. Pero ahora las miradas se dirigían a sus muslos, y tal vez a algo más abajo. Pero no encontraba la forma de sentarse en la cual no enseñara algo. A su compañero aquellas miradas no le habían pasado inadvertidas.

 

-Te estás convirtiendo en el centro de atención -dijo él-.

-¿De qué? -contestó Eli-.

-Pues de la terraza -contestó, riendo-. O llevas un tatuaje divertido en las piernas o entre ellas, o te van a poner la banda de Jamona del Hotel. Y como yo no te he visto ningún tatuaje, me imagino que será lo segundo.

 

Eli contuvo la sonrisa. También él se había dado cuenta. Tonto no era, aunque pareciera algo despistado. No obstante, también se había fijado que las miradas furtivas procedían en la práctica totalidad de los casos de hombres que se encontraban aparentemente bien acompañados.

 

-¿Sabes qué te digo? -dijo Eli, retadora-. Pues que se jodan. Si quieren mirar, que miren. Seguro que miran algo que no pueden tener en casa.

-Bueno. Mientras todo se quede en miradas… Ninguno de habrá dicho nada, ¿verdad?

-Anda ya. Si te tengo todo el día pegado como una lapa. Cualquiera liga así…

-Por supuesto. Y ahora, después de las miraditas de los cojones, más pegado todavía. No vaya a ser que me quiten a mi “Jamona del Hotel”…

-¿Sabes qué te digo? Que la jamona del hotel se quiere acostar. Mejor dicho, se quiere quedar en bolas, pegarse una ducha y acostarse. Y espero que mi lapita del alma se quiera venir…

-Me apunto. Anda, dame la cartera del bolso y pago ésto. Bébete la copa mientras pago.

-¿Qué cartera y qué bolso? -preguntó Eli, inquisitiva-.

-Mi cartera, claro. La metí en tu bolso antes de bajar, porque me hacía mucho bulto en los pantalones.

-Pero si yo no he cogido el bolso. ¿Para qué…?

 

Los dos se miraron fijamente. Y de pronto se echaron a reir. Fue una carcajada sincera y cómplice.

 

-Habrás cogido al menos la tarjeta de la habitación -dijo Eli, entre risas-. Por lo menos, para subir a coger el dinero.

-Sí, aquí la tengo. Pero no nos calentemos la cabeza. Le decimos al camarero que lo apunte a la habitación y ya lo pagaremos con la factura. O, como lo conocemos, le podemos decir al barman que mañana por la mañana le pagamos la consumición…

-No, no y no -dijo Eli, tajante-. Esas cosas solo traen problemas. Y no cuesta ningún trabajo subir a la habitación, coger el dinero y pagar, y nos quedamos tranquilos.

 

En casi todos los asuntos, Eli era una persona comprensiva y razonable. Pero en asuntos de dinero, no quería mantener deudas, por pequeñas que fueran, ni un solo minuto. Todo el mundo tiene un carácter y unas manías, y el de Eli era ése, con esa manía en concreto. No se le podía reprochar, porque lo cierto era que evitaba problemas, pero a veces era demasiado recalcitrante. Y Marcos sabía otra cosa: en ese aspecto no se podía discutir con ella, así que se dio por vencido antes de empezar una cadena de razonamientos en cuanto al pago que sabía que no conducirían a nada.

 

-Como a tí te queda un rato con la copa, quédate aquí sentado tranquilo -continuó Eli-. Yo subiré a la habitación, traeré el dinero, pagamos y nos vamos para arriba. Dame la llave y en diez minutos vuelvo -terminó Eli, levantándose-.

 

Marcos la observó marchar en dirección al ascensor del hall. No le extrañaba que la miraran. Sus piernas bien formadas hacían que se contoneara su culo mientras caminaba y, cuando la blanca luz del hall se proyectó sobre ella comprobó que el vestido, realmente, tapaba lo justo. Sonrió con orgullo, cogió el vaso de whisky y, dando un ligero sorbo, paseó su mirada por la terraza.

 

 

II

 

Eli se dirigió a la puerta del ascensor. Este artefacto en concreto tenía dos características que la repateaban. En primer lugar, en su interior podían caber dos coches utilitarios, de enorme que era. Por otro lado, su lentitud era exasperante. Además, para terminarlo de arreglar, su habitación estaba en el piso 17. La última planta. No había más pisos. Con suerte, si no hacía paradas, el ascensor podía tardar hasta ocho o nueve minutos en llegar arriba. Ello se compensaba en parte en que no se notaban absolutamente nada ni los arranques ni las paradas.

 

Observó en recepción una ingente cantidad de personas. Pulsó el botón de llamada con la esperanza de que el artefacto llegara pronto y no se llenara como era lo habitual. Resultaba que las cinco primeras plantas del edificio se encontraban en reformas, por lo que el ascensor, aunque se pulsaran los botones del 1 al 5, no paraba en ninguna de ellas. Por tanto, como todos los huéspedes se alojaban a partir del sexto piso, todos debían utilizar el ascensor.

 

Se mantenía frente a la puerta, observando el indicador de planta que había en la parte superior de la misma. Era exasperante su lentitud. Además, iba notando a su alrededor como se iba acumulando gente, gente que en cuanto se abrieran las puertas se precipitarían en tromba dentro de la caja del ascensor, pulsando absolutamente todos los botones, con lo que le quedaba un largo periplo para llegar a su habitación.

 

Planeó una estrategia: como los pulsadores de dentro del ascensor se encontraban a su izquierda según se entraba, se pegaría a la izquierda, pulsaría el número 17 y se iría al fondo. De todas formas, iba a ser la última en salir, y prefería estar confinada al fondo de la caja que tener que estar moviéndose cada vez que el ascensor parara en una planta y debieran bajar pasajeros.

 

En ese momento llegó el ascensor y abrió sus puertas. Venía vacío y, como había previsto, la gente se precipitó en el interior. Ella, fiel a su estrategia, entró diligentemente por la parte izquierda, pulsó el botón 17 al pasar y se fue al fondo. Fue inútil. Ya había gente al fondo del ascensor. “¿Cómo puñetas han llegado hasta ahí antes que yo?” -pensó-. Se resignó y se puso en segunda fila, desde el fondo, pero se dio la vuelta y consiguió apoyarse con su costado izquierdo en el acero inoxidable pulido de la pared del ascensor.

 

Continuaban entrando viajeros. Y se apretaban unos contra otros. Había muchos japoneses, evidentemente acostumbrados a las apreturas. Ella odiaba que se invadiera su espacio vital, pero había momentos en que había que ceder. Sobre todo ante la disyuntiva de tener que subir a pie diecisiete pisos.

 

Por fin, sonó el timbre electrónico que indicaba sobrecarga. Hubiera sido suficiente que se bajara una persona pero tres hicieron lo propio. Entonces se cerraron las puertas y el ascensor empezó a subir.

 

Eli observó que, del número 6 al número 17 todos los botones estaban pulsados. Le esperaba un largo trayecto. Solo anhelaba que en el piso 6 o, a lo sumo, el 7, el ascensor se vaciara lo bastante para que ella se pudiera mover. Pensó que cuando cogiera la cartera, bajaría por las escaleras. Subir no es lo mismo que bajar.

 

Sobre la puerta del ascensor se encontraba el indicador de planta. Con bochornosa lentitud, el indicador “PB” se apagó, dando paso al “1″, treinta segundos después. Pasó el mismo tiempo para que se apagara ese dígito y se encendiera el “2″. Horrible. Intentó aislarse del leve murmullo de las conversaciones del ascensor y pensar en otra cosa.

 

Se lo estaban pasando bien. Iban a la playa, a la piscina, de compras, de copas, comían donde y cuando querían… Incluso habían alquilado un coche, en lugar de hacer excursiones, aunque se habían perdido en casi todos los viajes. Decididamente, el GPS no funcionaba bien en aquella zona. Pero era lo de menos. Lo mejor era que estaban juntos, y no quería, por primera vez en su vida, que las vacaciones acabaran. Pero ya le quedaban solo cuatro días, y varias cosas por hacer pero bueno, intentarían aprovechar esos cuatro días como…

 

Sus pensamientos se interrumpieron de pronto. Había notado una presión en su culo constante, pero leve, de la que solo se había apercibido cuando ella había hecho un movimiento para cambiar de postura.

 

Con casi total seguridad, el contacto era accidental. Se encontraban aún en el piso tres. E ignoraba totalmente si la persona que estaba detrás era un hombre o una mujer. Si se echaba bruscamente hacia adelante, molestaría al japonés que tenía justo delante. Más bien le clavaría los pechos en la espalda, de lo cual no tenía ganas. Y si se volvía, podía meter la pata. No sabía lo que se iba a encontrar. Decidió mantenerse quieta y esperar acontecimientos. Si tenía que dar un bofetón, lo daría sin pensar en las consecuencias.

 

Pensó en los mirones de la terraza. No se lo había dicho a Marcos, pero la verdad es que había dos o tres hombres que no habían dejado de observarla por completo, desde los pechos hasta los muslos, con ojos vidriosos y anhelantes. Y cuando descruzaba las piernas, alguno hubo que se quedó embobado observando sus bragas. Y aunque ella los había mirado con severidad, no había servido de nada. Habían continuado devorándola con los ojos mientras estuvo sentada, en la postura que fuera.

 

Pero ninguno de esos mirones había entrado en el ascensor. Se había quedado con sus caras y, si hubiera entrado alguno, ella hubiera procurado mantenerse alejada. Pero no había sido así. Sí, pensó, aquel contacto era accidental de todas todas.

 

Un segundo después, había cambiado de opinión. La persona que estaba detrás movía lentamente las caderas, en círculo, frotándolas contra su culo. En un momento dado se paraba, la apretaba ligeramente, y reanudaba el movimiento circular. Eli se estaba hartando. Lo único que le impedía darse la vuelta y partirle la cara al tipo era montar el espectáculo, porque el que fuera lo negaría todo en todo momento, y ella quedaría mal de todas formas. Decidió entonces esperar a que se vaciara un poco el ascensor para enfrentarse en voz baja con él.

 

La frotación continuaba. Volvió a pensar en los mirones de la terraza. A cualquiera de ellos le hubiera encantado estar en el lugar del dueño del bulto, frotándola con total impunidad, mientras ella se sometía sumisamente…

 

De forma inconsciente, sintió una punzada de placer que provenía de sus partes más íntimas, y, con la misma inconsciencia, separó sus pies y sus nalgas, que mantenía duras y rígidas, y se relajaron…

 

El tipo vio su oportunidad. Paró sus movimientos circulares y se apretó un poco más contra el culo de Eli. Y ésta notó como entre sus nalgas comenzaba a crecer algo. El acosador se alejaba y se acercaba alternativamente del culo de Eli pero, cada vez que se pegaba, ella notaba como algo más grande se introducía entre sus nalgas.

 

Sin querer -verdaderamente no quería-, Eli notó como su coño comenzaba a humedecerse.  Lo que se iba introduciendo entre sus nalgas se acercaba peligrosamente a su culo. Aquello presionaba contra el vestido, contra sus bragas y volvía a alejarse. Comenzaba el ciclo de nuevo, hasta que en uno de ellos, el objeto, que se había puesto verdaderamente duro, presionó contra su ojo del culo. Eli, sin poder evitarlo, emitió un débil gemido. Notaba en su cuello la respiración del hombre, suave, profunda, viril y anhelante.

 

Nadie se había dado cuenta. Los demás pasajeros continuaban impertérritos, mirando el indicador de los pisos, que ahora se encontraba parado en la planta ocho. En las plantas seis y siete solo se había bajado un pasajero en cada una. En la planta ocho, dos, pero todos en el ascensor seguían igual de apretados.

 

Eli y su masajeador, por su parte, continuaban en la esquina del ascensor. Las bragas se le habían introducido a Eli en la raja del culo, y lo de aquel hombre le presionaba salvajemente el ano. Su coño le palpitaba, y se encontraba totalmente mojado. En su mente enloquecida solo se dibujaba hacer el amor salvajemente, follar con aquel desconocido o con quien fuera, y que le calmara el dolor y las palpitaciones que sentía en su coño. Le faltó muy poco para deslizar sus manos bajo el vestido, meter su mano bajo las bragas y tocarse el clítoris hasta correrse. Pero se conocía, y no haría aquello porque aquella multitud, por muy indiferente que pareciera, lo iba a notar. Vaya si lo iba a notar.

 

En el piso doce, el tipo se envalentonó aún más. Con el brazo izquierdo, la abrazó por la cintura, para poder seguir frotándola sin parar. La mano derecha se dirigió con suavidad, sobre el vestido, hacia sus pechos. Sus pezones, que le dolían de la formidable erección que tenían, anhelaban caricias, y el desconocido se las proporcionó. Suavemente, sin hacerle daño, le pasó los dedos, sobre el vestido, por los pezones, las aréolas, palpando cada uno de sus poros, cada hendidura del pezón… Eli se agradeció a sí misma haber tenido la feliz idea de no ponerse sujetador. Su deseo se incrementaba cada vez más. Ya deseaba fervientemente que el viaje con él continuara hasta el piso diecisiete.

 

Cuando llegaron a su planta, el desconocido, al que ella aún no había visto la cara, la retuvo contra sí al fondo del ascensor, y esperó hasta que los viajeros que quedaban, que eran la mayoría, hubieran salido todos. Cuando lo hicieron, la dirigió suavemente por la cintura hacia la salida del elevador pero, en vez de encaminarla hacia el pasillo de las habitaciones, la hizo girar a la derecha. Eli se dejó llevar. Iban hacia una doble puerta acristalada, con paneles de cristal traslúcidos, que tenía en la parte superior un cartel que decía “ESCALERAS”. El desconocido la hizo abrir la puerta, entraron los dos y cerró la puerta tras de sí. Dentro, había un amplio vestíbulo donde solo se distinguían dos escaleras descendentes, una a la derecha y otra a la izquierda, con luces de emergencia en su parte superior, donde decía “SALIDA” y, entre ambas escaleras, un precioso sofá chester de cuatro plazas de cuero negro. A ambos lados, mesitas con floreros.

III

 

Dentro, no había luz, salvo la que se filtraba por los cristales traslúcidos procedente de las puertas todavía abiertas del ascensor. El desconocido, sin permitir que se volviera, la llevó suavemente hasta el sofá e hizo que se pusiera de rodillas sobre el mismo, con las piernas separadas y los brazos apoyados en la parte superior del respaldo.

 

Con mucha delicadeza, le levantó el vestido y se lo sacó por encima de la cabeza, haciendo que levantara los brazos y los apoyara en la pared. Se los mantuvo así, y ella notó el frío cuero en sus pezones. El tipo aprovecho la circunstancia para acariciarle los brazos, las axilas, y detenerse concienzudamente en sus pechos que acarició, amasó, pellizcó y estiró hasta que Eli empezó a gemir de placer.

 

Mientras tanto, el tipo se había desnudado. Eli sentía la polla del hombre entre sus piernas, y, en sus movimientos, el miembro le rozaba la parte interna de los muslos, la vulva y el culo, por encima de las bragas. Entonces Eli se asustó. Había escuchado, muy próxima a ella, un ruido metálico. Por un momento, pensó que fuera un arma o una navaja. Pero no. Al momento sintió como le cortaba la parte izquierda de las bragas, y luego la derecha, y a continuación le sacó las bragas de entre las piernas.

 

Las puertas del ascensor se habían cerrado, y Eli se encontraba entonces completamente desnuda. La única luz procedía de las luces de emergencia. Sintió como el hombre se acercaba a ella, y entonces sí notó como la polla le rozaba los labios su vulva, que ya se encontraban entreabiertos, húmedos y anhelantes. El tipo se acercó a su oreja, e hizo que bajara un brazo, que aún se encontraba pegado a la pared. Le abrió la mano y le puso un objeto en la misma. Eli palpó el objeto y comprobó que eran sus bragas. Entonces el tipo habló a su oído por primera vez.

 

-Siento que te las haya tenido que cortar, pero no quería romper el encanto de tu postura. Las voy a coger un momento.

 

La voz era profunda, sonora, agradable, y con una entonación acariciadora. Casi tan acariciadora como la polla que en estos momentos le estaba rozando los labios menores. Eli sintió como el hombre aspiraba intensamente con sus bragas pegadas a la nariz. Y Eli notó como la polla ya no le acariciaba los labios menores. Había crecido hasta encontrar su clítoris, y apretaba contra él. Un instante después, la polla se endureció hasta un estado incontrolable y buscó su vagina. El tipo se echó hacia atrás, Eli levantó las caderas y, un segundo después, la formidable polla del tipo se había introducido en la vagina de Eli hasta el fondo. Ella gritó de placer.

 

El tipo comenzó a moverse suavemente, entrando y saliendo de ella poco a poco. Pero el movimiento se fue acelerando. En algunos momentos, le sacaba totalmente la polla del coño y se la volvía a introducir, cada vez más salvajemente. Y el movimiento continuó acelerándose. Tanto, que Eli notaba como el miembro viril frotaba fuertemente con sus labios de la vulva, su vagina y, en ocasiones, casi le llenaba por completo la vagina. Los testículos le golpeaban rítmicamente el clítoris, y Eli notaba como sus fluidos vaginales corrían por sus muslos abajo.

 

Sus gemidos se fueron haciendo cada vez más rápidos y fuertes, hasta que notó unas fuertes contracciones en el culo y en la vagina, la vista se le nubló y vió luces de colores donde antes solo había oscuridad. Tuvo uno de los orgasmos más fuertes de su vida. Y se sintió desplomarse sobre el respaldo del sofá.

 

Pero el tipo no paró en sus embates. Parecía no haber notado el orgasmo de Eli. Pero, poco a poco, fue reduciendo el ritmo hasta que le sacó la polla del coño. Durante unos segundos, deslizó su miembro desde el clítoris hasta el ano, suavemente, sin apretar, hasta que consiguió que Eli volviera a gemir. Le estaba proporcionando un placer inmenso, pero ya no podía con más penetraciones. El coño le dolía y no se atrevía ni a tocarse, de la sensibilidad que tenía en dicho momento.

 

Aunque el desconocido no le iba a dar tregua. Eli se dio cuenta de que el tipo no se había corrido. En un momento dado, comenzó a presionarle el ano. Se acercó al oido de Eli y le susurró:

 

-Anda, relájate…

 

Eli asintió con la cabeza. No le disgustaba el sexo anal. Antes al contrario, le resultaba extraordinariamente placentero. Pero aquella polla…

 

El tipo fue muy suave. Comenzó a presionar cuando notó que Eli relajaba el ano. Poco a poco, muy despacio, fue introduciendo la polla. Cuando hubo entrado la cabeza, Eli no tuvo más remedio que echar las caderas hacia atrás. El deseo se había apoderado de nuevo de ella, y tenía que tragarse aquella polla. El tipo captó el mensaje y le introdujo la polla hasta el fondo. Comenzó a moverse como antes, lentamente, y luego empezó a acelerar el ritmo.

 

Eli ya no se recataba. Sus gemidos se habían convertido en gritos que, de haber estado más próximos a un sitio concurrido, cualquiera habría oido. Pero no había nadie que pudiera hacerle caso. Se movía como una posesa, al igual que el tipo aquel y, de pronto, llegó de nuevo el orgasmo. Luces de colores, contracciones en el coño y en el culo explosionaron a la vez de forma que sintió que se desmayaba. Ensartada por el culo, mientras el tipo se movía sin parar, perdió la conciencia y se derrumbó sobre el respaldo del sofá.

 

Solo fueron unos segundos, pero cuando se recuperó, se encontraba tumbada en el sofá, con la cabeza apoyada en uno de sus brazos, y las piernas abiertas. Se encontraba dolorida, pero no solo en sus órganos genitales. Le dolía todo el cuerpo. Pero no se encontraba sola.

 

En la semipenumbra del vestíbulo distinguió una figura masculina sentada a su lado. Cuando el tipo observó que abrió los ojos, se puso de pie. Se acercó a su cabeza y se arrodilló a su lado. Se inclinó sobre ella y la besó suavemente en los labios. Eli entreabrió los suyos y la lengua del desconocido se adueñó de su boca. La recorrió por completo, mientras Eli la chupaba con fruición.

 

Estuvieron un rato unidos por sus bocas. Por fin, el tipo se separó, y le murmuró al oido:

 

-Todavía yo no he tenido ocasión de correrme como tú. ¿Te enfadarías mucho si te pidiera que me la chuparas?. Te juro que no me voy a correr dentro…

 

A Eli le hubiera dado igual que se hubiera corrido en su boca. Había sido el polvo más maravilloso de su vida. Asintió con la cabeza.

El tipo se puso en pie, y con mucho cuidado le introdujo la polla en la boca. Eli sintió el grosor de la cabeza del pene, su dureza, y con la lengua palpó el surco, las venas que recorrían el miembro y de nuevo empezó a excitarse. Pero se guardó muy bien de tocarse el coño. El dolor era intenso, pero placentero.

 

El hombre no se movía. Fue Eli la que lamía el miembro y se lo sacaba y metía en la boca, y sintió como la polla continuaba creciendo, y endureciéndose. Llegó el momento en que desapareció el tacto esponjoso inicial. Se había convertido en una barra de madera. Sabía que el momento de la eyaculación estaba próximo, porque sintió que el hombre se puso rígido.

 

Pero en ese momento el hombre, suavemente pero con firmeza, le sacó la polla de la boca y comenzó a hacerse una paja. Eli cerró los ojos. Escuchaba el movimiento de la mano sobre la polla y eso la ponía de nuevo caliente. Y de repente, sintió como un latigazo líquido sobre sus tetas. El tipo se había corrido en sus pechos y eso hizo que se le pusieran de nuevo erectos. Pero entonces hizo una rápida maniobra. Se acercó mucho a ella, concretamente a su coño y le apoyó con destreza la polla sobre el clítoris, y entonces empezó la verdadera corrida.

 

Apoyada sobre su clítoris, la polla del tipo comenzó y no paró de echar semen. La corrida se extendía por sus labios mayores, por los menores, se escurría por la entrada de su vagina y se extendía por el ano, hasta el sofá. La calidez del semen y la presión y ligero movimiento que ejercía el hombre sobre su punto más débil hizo que, sin quererlo, se corriera de nuevo, brutalmente, y perdió de nuevo la conciencia.

 

Despertó enseguida, porque sintió unos rápidos pasos que se desvanecían escaleras abajo. Se incorporó con dificultad en el sofá y comprobó que estaba sola. Y tan dolorida que ni siquiera se podía plantear el hecho de ir a buscar al tipo. Al menos para conocerlo.

 

A tientas, encontró el vestido y sus bragas destrozadas. Se vistió rápidamente y se asomó a la puerta doble acristalada. No había nadie. Con rapidez, recorrió el pasillo, que se iluminaba automáticamente a su paso, hasta que llegó a su habitación. Directamente se fue al cuarto de baño y se dio una ducha rápida. Se secó y se puso unas bragas limpias, y el mismo vestido que llevaba.

 

Esta vez bajó por las escaleras. Comprobó por el reloj del fondo del pasillo que había pasado casi media hora desde que dejó a Marcos en la terraza. Seguro que estaba preocupado. Casi corriendo, entró en la terraza y se sentó a su lado, respirando rápidamente.

 

-¿Que te ha pasado? -dijo Marcos-. Ya iba a subir…

-Que había mucha gente en el ascensor y me he mareado -mintió Eli rápidamente-. Cuando he llegado a la habitación me he dado un duchazo y me he tumbado un momento a ver si me ponía mejor. Ya me he puesto mejor -continuó, ante la mirada inquisitiva de Marcos-.

-No te habrás olvidado de la cartera, ¿no?.

-Claro que no. Anda, vámonos.

 

Se dirigieron a la barra para pagar. Eli dirigió una mirada a los concurrentes a la terraza. Los mirones de antes la seguían mirando. Todos. Menos uno…

 

 

FIN

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Esta fue la primera vez que me follé a Amber, la vecinita del quinto piso que apenas llegaba a los 20 años y era perfecta

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En mi edificio hay mucha gente mayor, y la juventud se concentra en mi vecina del quinto, una chiquilla de apenas 20 años con el pelo castaño que le llegaba hasta los hombros, ella es delgada con un poco de pecho un culo chico pero apretado.

 

Hace varias semanas, ella  y yo empezamos a cruzarnos en el ascensor por las tardes para subir cada uno a su planta. Nuestras conversaciones eran de 2 minutos y eran las típicas de ascensor, saludos, el tiempo y poco más.

 

Una tarde mientras esperaba al ascensor llegó ella y la ví algo triste,

 

 ¿estas bien?

 Sí.- me respondió algo seca, vi que tenía los ojos rojos.

 Perdona, pero no sé tu nombre.

 Amber, me llamo Amber.

 Yo, soy Oliver. Por fin nos conocemos. ella sonrió y la cara se le alumbró un poco.

 ha ha ha ha..- ella empezó a reír.

 

Llegó el ascensor y subimos.

 

 en serio ¿estás bien?

 Si, bueno es que me ha pasado algo…

 Bueno si no quieres contármelo no me lo cuentes, pero por lo menos no debes entrar en casa con esas lágrimas secas.

 Cierto.

 Si quieres te puedo llevar a un sitio secreto donde poder secar tus lágrimas.

 ¿ secreto?, ¿ donde?

 En la azotea.- le dije sonriendo, ella tras una pausa también sonrió.

 

Subimos hasta la octava planta y luego subimos por las escaleras hasta la azotea. Arriba me encendí un cigarro, le ofrecí pero ella me dijo que no fumaba. Nosotros estuvimos hablando, sobretodo de su novio y de cómo se portaba con ella.Era un cabronazo total que solo pensaba en sí mismo y en pasar el tiempo con sus amigos y tenerla a ella como trofeo. Por supuesto no le dije nada solo la animé y la console. Cuando estuvo más tranquila bajamos de la azotea, ella entró en la casa de sus padres y yo fui a la mía. Pasaron varios días en los cuales me estuve cruzando con ella de vez en cuando pero no hablamos de temas personales más, parece que la cosa se había normalizado.

 

Una noche estaba estudiando y miré por la ventana. Había una pareja en el patio y estaban discutiendo, se podía oír desde mi casa. Cuando reconocí que la chica era Amber bajé por si el capullo se ponía muy violento. El capullo de su novio la cogía del brazo y la balanceaba, fue cuando  decidí salir y hacerme el encontradizo.

 

 Hola Amber, ¿todo bien?.-

 

 ¿Qué quieres capullo?.- Dijo el capullo.

 

 Contigo no hablaba. ¿estas bien Amber?.- le volví a preguntar

 

 Claro que está bien.- respondió el capullo.

 

 ¿estas bien Amber?.- le volví a preguntar

 

 Si.- dijo ella algo pausada.

 

 Los ves capullo.- dijo … bueno el capullo.

 

Caminé hasta el portal y no había llegado a la puerta cuando escuché a Amber llamarme para que la espera y luego al capullo gritar “ hemos terminado, que lo sepas zorra”

 

Esperé a Amber con la puerta abierta. Cuando llegó me dijo.

 

 No tengo ganas de ir a casa, ¿ te apetece que hagamos algo?

 

 Vale.- le dije mientras sujetaba la puerta del portal.En él pude oler a Amber olía a alcohol.

 

 ¿Dónde quieres ir?.- le pregunté

 

 Me da igual solo quiero divertirme y olvidar a ese capullo.

 

 Ok.

 

Salimos de la urbanización y en la tienda del chino compramos varias birras y nos fuimos entre dos barrotes del parque entramos.

 

El parque estaba desierto y nos metimos muy adentro para estar lejos de la carretera por si el capullo volví con su amigos cabreado por ver a su ex con otro tío.

 

Me senté en un banco y abrí una cerveza mientras que Amber caminando sobre una raya para probarme que no estaba borracha.

 

 Cuentame, ¿tus novios son todos iguales?

 

 si, la verdad es que siempre elijo a capullos.

 

 Eso debe de ser cosa de chicas, elegir a los chicos malos.

 

 Puede,¿ tu tienes novia?

 

 No. debe ser que soy un chico bueno.

 

 Puede ser.- dijo ella acercándose a mí

 

 ¿Que haces Amber?.- le dije mientras que ponía sus manos sobre mis piernas.

 

 Nada, pero creo que es hora de que seas un chico malo.- y posó sus labios en mi boca y no me lo pensé más y comencé a comerle la boca.

 

 Dios que buenas estas.

 

 Tu tampoco estas mal y tenía ganas de besarte desde que empezamos a coincidir en el ascensor.- dijo ella, cosa que me puso mas cachondo.

 

Me levanté tomé a Amber de la cintura. Estábamos cerca de una farola y a 10 minutos de nuestra casa, quizás no éramos los únicos del parque. Así que la tomé del culo y le dije al oído “vamos nos a otro sitio”, ella pegó un salto y con sus piernas abrazó mi cintura. Fue fácil caminar con su 50 kilos de peso y nos adentramos en la oscuridad del parque detrás de un seto alto. Me puse de rodillas apoyando en el césped luego comencé a desnudarla quitándole la camisa, ella seguía abrazada a mi cuello mientras que nuestras bocas seguían juntas con nuestras lenguas enlazadas.

Le quité su camiseta dejando al descubierto su sujetador rosa el cual desabroché. su pechitos estaban al fresco. Yo me quité la camisa para estar iguales de desnudos. luego le desabroche su pantalón vaquero y se los bajé dejando ver sus braguitas rosa de hello kitty, cosa que a ella le dió un poco de vergüenza pero a mi me pareció algo sensual.

 

 Voy a comerte el conejo.- le dije mientras bajaba sus bragas y las sacaba por las piernas.

 

Le cogí cada pierna con una mano, las abrí  y posé mi cabeza entre sus piernas. Mi lengua humedecía su coñito introduciéndose dentro de él, ella gemía ante las acometidas de mi lengua dentro de ella. Con su manos se posaba sobre mi cabeza para hacer que no dejará de comerle el coño. Tras un largo rato excitando su coño era la hora de meterle mi polla a su coñito apretado. Desabroche mi cremallera y saqué mi polla ante la curiosa mirada de Amber, la cual se sobresaltó cuando la vio, supongo que no había visto nunca una polla tan grande, y la mía no lo era mucho. La humedecí con algo de saliva y se la coloqué en la entrada del coño.

 

 ¿Eres virgen?.- le pregunté.

 

 Si.- respondió ella.

 

. esto te va a doler un poco.Le respondí.

 

 No importa.- Dijo ella.

 

Comencé a meterle la polla suavemente para luego meterle la polla cada vez más rápida en su apretado coño el cual iba cediendo a mis embestidas. Amber gemía de placer y yo disfrutaba escuchando sus gemidos. Me vino mi orgasmo y saqué mi polla de su coño corriendome sobre él pero no dentro.

 

esta fue la primera vez que me follé a Amber pero hubo otras más que os contaré en otro momento.

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Los cuatro se pusieron a recoger la casa, las cerditas estaban muy borrachas y el lobo les ofrecía más bebida mientras limpiaban y ellas incautas seguían bebiendo

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 Había una vez tres cerditas que vivían con su padres Ana, de 22 años, Carla, de 21 años y Sandra, de 19 años. Las tres cerditas habían crecido alegres en una casa del bosque. Y como ya eran mayores, sus papás decidieron que era hora de que se quedarán solas en casa. Las tres cerditas se despidieron de sus papás, Sus papás les advirtieron que tuvieran cuidado con el Lobo feroz. Ellas no le hicieron caso e invitaron al lobo a su casa por el cumpleaños de la cerdita mayor (Ana)

 

Ellas hicieron una cena, reunieron a los animales del bosque mos para beber hasta que los cuerpos aguanten.

Se juntaron 16 animalitos del bosque, exactamente la mitad hembras y la otra machos.

Todo era normal, bebiendo unos vinitos y picando algo antes de cenar, por lo que cuando la cena estaba servida casi no había hambre, pero las ganas de beber no se quitaban y al poco de comenzar a cenar la mayoría de los animalitos ya estaban demasiado bebidos.

Siguieron bebiendo hasta las 2 de la madrugada, todos habían bebidos menos el lobo feroz que se había contenido buscando a su presa. Lo animalitos ya quería irse a seguir la fiesta en alguna otra madriguera, otros ya estaban borrachos perdidos ninguno ayudó a recoger. Se fueron todos y solamente se quedaron las tres cerditas, dueñas de la casa y el lobo feroz que se quedó a recoger con ellas. Que amable el lobo feroz, no?.

 

Los cuatro se pusieron a recoger la casa, las cerditas estaban muy borrachas y el lobo les ofrecía más bebida mientras limpiaban y ellas incautas seguían bebiendo, a la vez que con sus cuerpos  ponían más hambriento al lobo feroz. El se ponía muy caliente al ver los cuerpos y la forma de vestir de las cerditas..

 

Carla era de piel muy morena y de pelo moreno, tenía un cuerpo perfecto, con unas curvas de vicio y unos pechos perfectos, ni muy grandes ni muy pequeños, y llevaba puesta una minifalda blanca muy cortita y una camiseta también blanca que dejaba ver el ombligo enganchada de un lado a otro con cordones y que dejaba la espalda al descubierto. Por su parte, Sandra no se quedaba atrás, era de cuerpo más curvo que Carla, algo más rellenito y tenía unos pechos preciosos que le gustaba lucir siempre que podía  también llevaba una falda muy cortita pero de color negro y en la parte superior una camisa normalita muy ajustada por lo que sus pezones se marcaban en cuanto se ponían un poco duros.  Y por último quedaba Ana, y en ella se caracterizaba su precioso culito, sus pechos eran redondos y perfectos. Se caracterizaba por ser la más cerda de las tres y la más mayor, además olía decir que le encanta follar a todas horas. Llevaba puesto un traje de color blanco, muy escotado en la parte superior y muy cortito en  la parte inferior algo que le gustaba al lobo feroz ya que cada vez que se levantaba de la silla o se agachaba a coger algo se dejaba ver su precioso culito, y eso yo ya le había hecho fijarse en su minúsculo tanguita.

 

En fin, estas tres cerditas eran unas verdaderas provocadoras y apetecibles para el sexo.

 

La polla del lobo se empezaba a ponerse dura. No sabia que hacer. Además veía a las tres cerditas recoger moviendo sus culitos y su pechos, y empezó a tocarle el culito una a la otra, ellas no ofrecían resistencia, necesitaba más?, si.

Sandra lo llamó para que con su fuerza le ayudará con una cosa, el fue…En la habitación de Sandra cogiendo un vaso se manchó la camiseta blanca  tomó una camisa negra y se cambió delante del lobo. El se quedó atónito al verla cambiarse de camisa, esos pechos con lo que había soñado miles de veces, por lo que su polla creció sin control hasta quedar un marcado bulto en mi pantalón. la cerdita de Sandra se enteró y empezó a provocarme con movimientos eróticos mientras se quitaba de nuevo la camisa lo que más calienta aún al lobo. La cerdita se desabrocho el sujetador y dejó sus enormes pechos a la vista de los ojos del lobo, que le entró tal calentón que no pudo aguantarse y se abalanzó sobre ella.

 

La empezó a lamer sus tetas y a mordisquear sus pezones mientras que con las garras le bajó su faldita. Llevaba puesto un tanga de hilo de color verde, en el cual pudo observar que tenía su rajita mojada, ya que dicho tanga estaba húmedo. Se tiró para encima de la cama y le empezó a quitar la ropa hasta quedarse en pelotas y a continuación metió su polla en su boca y la cerdita la empezó a chupar de tal manera que no dudó en correrse por primera vez en su boca. La cerdita se tragó todo el semen del lobo feroz y el que se había quedado alrededor de su polla hasta dejársela bien limpita, luego empezó a hacerme una fantástica cubana, ya que el deseo del lobo, de la cual disfrutó mucho.

Estaba con su polla entre sus tetas cuando de repente se abrió la puerta. Era Carla y los vio en plena acción. Ella, que estaba demasiado afectada por el alcohol, se quedó algo sorprendida ante lo que estaba viendo pero pronto se le cambió la cara poniendo una sonrisa de pícara, ella también que también quería participar y sus pezones se empezaron a endurecer. “ Llama a tu hermana Ana “ le dijo el Lobo feroz y ella llamó a Ana para que fuera a disfrutar de la fiesta, cuando Ana subió y vio a sus hermanas Sandra y Carla desnudas, Carla no había perdido el tiempo y se había quitado la ropa, Ana aceptó sin pensárselo.

 

Las dos, Carla y Ana se quedaron de pie, luego Ana le empezó a acariciar los pezones a Carla y esta empezó a tocarle la almeja de Ana formando un escena lésbica que hizo que se corriera el lobo otra vez.

Nada más correrse se tiró encima de él, Ana, y le lamió la polla como antes hizo Sandra, y todo su semen mientras el lobo le agarraba ese precioso culito. Entonces se subió encima de él Carla y empezó a cabalgar como una puta en celo, botaba sin parar y le entraba hasta el fondo. A esto que la cerdita de Sandra se sienta en la cara del lobo y se pone delante de su boca su coño, el lobo empezó a lamer gustosamente aquel manjar mientras que Ana le lamía las pelotas. El lobo le comía el conejo hasta que Sandra se corrió y sus jugos mojaban el hocico del lobo. Ana estaba de rodillas en el borde de la cama y se estaba masturbando mientras lamía sus bolas, entonces el lobo se quitó de encima las otras dos cerditas y se dirijo a Ana, a la que puso a cuatro patas en el suelo y le empezó a penetrar por el culete. Al principio le dolía pero poco a poco fue cogiéndole gusto y no paraba de pedirle mas y mas, mientras Sandra y Carla se estaban masturbando una a la otra. Las tres estaban gimiendo de tal forma que sus gritos hicieron que se corriera el lobo, saliendo un chorro inmenso de semen que fue a parar a espalda de Ana las cerditas de sus hermanas lamieron toda la leche y luego la compartieron con ella.

 

Se quedaron las tres cerditas tumbadas en la cama durante unos minutos, abrazando al lobo, y cantando “ A QUIEN SE HA FOLLADO EL LOBO FEROZ A QUIEN A QUIEN. A QUIEN A QUIEN…

 

COLORÍN COLORADO…. ESTE CUENTO SE HA ACABADO,

COLORÍN COLORUCHO… ME GUSTA FOLLAR MUCHO

COLORIN COLORETE… TE QUIERO RELLENAR EL OJETE

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Mi mujer ya me tenía harto con sus vueltas, sus negativas y sus limitaciones. Que eso no, que lo otro no me gusta

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Tengo suerte de tener la llave de la oficina así que anoche pude venir a dar con mis huesos aquí, luego de bajarme una botella de Criadores y fracasar con una copera en un prostíbulo de los bajos fondos. Ahora es domingo por la tarde y voy a ver si aporreando el teclado de mi ordenador logro bajar el nivel de veneno.

Mi mujer ya me tenía harto con sus vueltas, sus negativas y sus limitaciones. Que eso no, que lo otro no me gusta, que quién te crees que soy y toda esa cantilena. Y además, esa agresión permanente como que sólo a mí se me ocurrían esas cosas por leer tanto de esas porquerías, refiriéndose a mi colección de pornografía.

Ayer como casi todos los sábados empecé a darle besitos en la almeja y cuando quise profundizar con mi lengua me frenó con lo mismo de siempre, aunque esta vez mi reacción no fué igual a la de siempre. No señor, me levanté de la cama, tomé de la cómoda uno de mis pañuelos de cuello y sosteniéndola con dureza le até una muñeca al respaldo de la cama; ella empezó a protestar, que hacés, soltame y todo eso pero mezclado con alguna risa desconfiada pensando en que era juego y que, seguramente, yo no iba a hacer eso, así que se dió cuenta que la mano venía pesada cuando – después de atarle la otra muñeca con el segundo pañuelo y dejarla casi indefensa y sin muchas posibilidades de moverse – me tiré a sus pies y obligándola a abrir las piernas hundí mi cara en su entrepierna.

Gritá, pataleá, puteá, hacé lo que quieras pero no te vas a salvar que de una buena vez por todas te chupe la concha hasta el hartazgo, le dije antes de colocar mi boca haciendo ventosa en su raja y empecé. Lengua, lengua y lengua. Un poco por afuera, un poco por adentro, algún dedo también. Durante largo rato ella luchó primero tratando de impedirme a mí hacer lo que estaba haciendo y luego, tratando de impedirse a sí misma demostrar que le venía el orgasmo. La muy terca sólo se aflojó en el último instante, empapando mi cara con su flujo pero, apenas terminó, volvió a forcejear. Me importó un carajo su orgasmo y seguí con mi lengua unos minutos más creyendo que con eso podía hacerla aflojar del todo pero me cansé, así que me incorporé y le clavé las rodillas rodeando sus costillas.

– Hijo de puta, asqueroso, dejame !!, gritaba mi mujer.

– Ahora que te comí la concha te vas a tragar mi leche !! le dije sin dudar.

Le puse el nabo en la boca pero ella apretó los labios, intenté pero no hubo caso; la agarré del pelo de la nuca y tiré hacia atrás buscando que abriera la boca y ella, furiosa, me dijo “ni lo intentes porque te la arranco, degenerado”, y tuve la presunción que era capaz de hacerlo.

– Te la vas a tragar igual aunque no quieras, le dije.

Y me hice la paja frente a sus ojos, rápida, violenta, hasta que le vacié la leche en su cara. Quedó divina la muy puta, con los lamparones de leche en sus mejillas, en su boca, en toda su cara.

Me incorporé, salí de sobre ella y me senté a su lado en la cama. Sus lágrimas se mezclaron con mi semen.

– Porqué llorás, si no te lastimé, tonta, le dije intentando calmarla mientras le acariciaba una mejilla esparciendo la crema.

– No me toques, salite, dejame sola, me pidió.

– Anda a la mierda, le dije y me levanté como para ir a la cocina a prepararme un café.

– Soltame!!, gritó (yo no le había desatado los pañuelos).

– Después, cuando te hayas calmado un poco, le contesté y seguí en lo mío.

Cinco minutos depués volví al dormitorio con un café para mí y otro para ella. Te voy a soltar si dejás de comportarte como una nena, le dije y le acerqué el pocillo con café a su boca.

– Esta bien, ya me calmé, soltame por favor, me pidió con voz calmada y sin enojo.

La desaté y ella, sin moverse de la posición que tenía en la cama salvo por los brazos ahora libres, tomó el café.

– Dejame salir un momento que necesito ir al baño, me pidió casi con dulzura.

– Claro nena, le dije, viste que no fué tan malo, agregué mientras ella se incorporaba.

Se paró frente al placard y comenzó a vestirse.

– ¿ Qué haces ahora ?, pregunté.

– No tenés ojos, me retrucó, me voy a vestir.

– ¿ Para qué ?, si podemos seguir haciendo el amor, contesté.

Y sin dejar de vestirse se plantó diciéndome:

– Mirá, hijo de puta, nunca tendrías que haber hecho lo que hiciste. Yo no soy una de esas putas a las que vos estarás acostumbrado, pero si lo que vos querés es que yo sea una de esas, lo vas a tener, ahora mismo, ya que voy a salir y me voy a encamar con el primer tipo que se me cruce en la calle y te vas a tener que aguantar eso, estamos?, tarado!, hijo de tu madre que en paz descanse!!

Desgranó todo ese rosario de un saque y sin respirar; y amedida que soltaba el rollo sus ojos se fueron encendiendo de furia y para cuando lo terminó ya estaba totalmente vestida, así que pasó frente a mí y salió llevada por los diablos.

– Pará loca! ¿ Dónde vas ? intenté manotearla pero safó.

– Ya te dije adónde voy a ir, y aguantatela si sos tan macho, contestó sin dejar de ir hacia la puerta con pasos agigantados por su furia y decisión.

Forcejeamos en la puerta un poco pero no quería lastimarla, y mientras tanto le dije algo así como que no le tenía miedo ya que con tus remilgos ningún tipo te va a dar bola, que era una forra; a lo que ella contestó que esperara sentado y que ya iba a ver de lo que era capaz, y tras soltar una par más de groserías salió dando un portazo.

Yo me reí, de puros nervios nomás y me fuí a sentar al living, seguro que antes de cinco minutos volvía a entrar. A los diez todavía no había vuelto y, aún seguro de mí mismo, me decía que ya iba a volver. A la media hora ya tenía asumido que estaba haciendo tiempo tomando un café en el bar de la otra cuadra, así que salí y la fuí a buscar. No estaba. Nadie la había visto. Dónde mierda se metió, me preguntaba.

Volví a casa y a esperar. A la hora llamé a la casa de Graciela, su amiga, para ver si sabía algo de mi mujer. Nada y encima tuve que inventar una excusa. A las dos horas se me prendió la bombilla y marqué el número de la madre, convencido que estaba en casa de mi suegra. Ni noticia y le tuve que decir que no se preocupara, que había salido de compras y nos desencontramos, y qué se yo cuántas boludeces por el estilo. A las tres horas sonó el teléfono y corrí. Tenía que ser ella, dónde estás, pregunté apenas levanté el tubo. No, Tito, soy yo, todavía no llegó ? No suegra, todavía no llegó, le contesté y tuve que poner más excusas para que no se preocupara porque ella ya quería venir para casa e ir a la policía si era necesario, porque con las cosas que pasan hoy en día y todo eso. Logré convencerla que no era necesario y corté la comunicación justo en el momento que escuché la llave en el cerrojo.

– Hola, volviste, le dije tratando de mostrarme tranquilo.

– Si, no me ves ?, retrucó sin vacilar.

– Donde fuistes ?

– Ya te dije lo que iba a hacer así que ahora no me molestes, ¿ sí ?. Estoy cansada y me quiero ir a dormir, contestó, yendo hacia la cocina.

– ¿ Cómo te fué ?, le repregunté con tono marcadamente sarcástico.

– Bien, muy pero muy bien !!, me recontestó con tono sobrador.

– ¿ Y qué hicistes para que te fuera tan bien ? inquirí insistiendo en el tono sarcástico.

– ¿ Querés saber lo que hice ? recontestó dando la vuelta y sosteniendo mi mirada. Sin darme tiempo a decir nada siguió:

– Mejor, en vez de contártelo, sentate y te muestro, querés ?.

– Dale, sentate, insistió mi mujercita al ver que yo no me movía. Lo hice. Se acercó a dos pasos frente a mí y se levantó la pollera. No tenía ropa íntima.

– Veo que te sacaste las bragas antes de entrar, le dije.

– No querido, las bragas y el resto me la sacaron hace largo rato, apenas salí de acá, no ves que estoy mojada ? desafió.

Era cierto, ví pequeñas perlas semitransparentes en la mata de pelambre.

Y entreabriendo un poco las piernas continuó con el desafío:

– Tocá, vas a ver y vas a sentir.

Yo estiré el brazo y con el canto de la mano le recorrí la concha.

– Veo que te diste una ducha en el bidet, seguro que en la casa de alguna de tus amigas, comenté, con dudas.

– No papito, olé, olete la mano, vas a ver que rico perfume.

Me pareció que era olor a concha nomás y así se lo dije.

– Pero…, que poco olfato tenés, maridito mío – en tono canchero y sobrador – no reconocés el olor a macho.

Volví a oler el canto de la mano y como no me convenció la volví a tocar, esta vez metiendo y recogiendo el flujo con mis dedos.

– Así, muñequito, ahora probá, olé.

Negándome a creerlo todavía supe que era cierto, era olor a macho, a leche, a esperma !!.

Y te voy a dar otra noticia, querido mío, dijo, aprovechándose de mi estupor y – mientras hablaba, dió media vuelta y se agachó poniendo sus hermosas ancas a escasos veinte centímetros de mi cara; al mismo tiempo, sosteniéndose la pollera con sus brazos para matenerla arrollada en la cintura, se tomó los glúteos con las manos, abriéndoselos, mostrándome su orificio trasero. Jamás había hecho eso. Me pareció verlo irritado.

– ¿ Y ahora qué ?, pregunté con un hilo de voz.

– Ahora, querido, ves que te perdiste el estreno de mi colita porque se la tuve que dar, sabés, una puta no lo puede negar, cierto ?, me dijo sobándome.

Aún así no le creí que pudiera haber sido tan pero tan guarra y sin pedir permiso ni dudarlo puse bien duro mi dedo índice, le apoyé la punta en su orificio y presioné.

– Muy bien, papito, comprobalo, dijo…, moviendo apenas en redondo sus nalgas y haciendo que el dedo, sin encontrar resistencia ninguna, se deslizara íntegro en su interior.

Evidentemente, tenía el culo recién aceitado.

– Sos una hija de puta !!, le dije, herido en lo más hondo de mí.

– ¿ Por qué mi amor ? ¿ no querías que fuera puta ? preguntó y siguió…

– Desde ahora, soy puta y voy a hacer lo que se me venga en ganas, con quién quiera y cuando quiera y vos, maricón de mierda, cuando quieras algo, me vas a tener que pagar y con la tarifa que yo ponga !

Me dejó pasmado, allí, sentado en la cocina. Cinco minutos después salí de mi casa.

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Primera vez con mi novia, su primera vez en una noche a solas, su madre nos dejo a ambos en casa y pude desvirgarla

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Como se puede disfrutar mejor en una buena compañía

Era ella una de esas pocas mujeres que se han ganado todo mi respeto y a las que he presentado ante la sociedad como mi compañera o novia, espectacular morena, su altura era de algunos 1.65 metros, sus ojos grandes y negros, cabello negro azabache justo como me gusta, facciones finas y definidas, con senos normales pero redondos, la figura de su cuerpo era escultural, con una pequeña cintura y unas caderas acorde a su cuerpo, nalgas bien paradas, piernas torneadas y tonificadas, su forma de ser espectacular.

Cualquiera de aquellas ocasiones en que la visité a su casa, en esta con intención de invitarla a salir a bailar, me encontré con la sorpresa que no se podría porque su madre saldría en aquella ocasión a una reunión social y Dania debería cuidar la casa para esa noche, comprendí la situación y quedamos en la sala conversando, yo había llegado a las 8:00 de la noche y eran cerca de las 10:00, exactamente en ese momento se disponía a marchar mi suegra, una vez se hubo despedido de nosotros en la puerta de la casa, volvimos a la sala a entretenernos un rato, observábamos una película hasta que Dania manifestó que tenía hambre y que si quería me podía preparar algo, yo le dije que mejor pidiéramos algo a domicilio, y quedamos en pedir una pizza, lo cual así hicimos.

Pasada media hora en promedio llegó lo solicitado, comenzamos a comer, yo sentado en el sofá y ella sentada sobre mis piernas, cuando ya habíamos comido la mitad de la pizza el hambre estaba mermando y yo jugaba con ella, mordiendo su espalda y apretando en su cintura, ante eso prefirió ella soltar la pizza y comenzar a defenderse, mientras yo besaba y mordía su espalda ella me chupa el cuello, la casa estaba cerrada y no temíamos que nos observaran de nada. Ante este juego el calor fue subiendo en intensidad ya Dania se había sentado sobre mis piernas pero ahora de frente a mi, podía sentir su agitación además de que aprovechaba para intentar morder sus tetas por sobre la blusa, gen alguna ocasión logré mi cometido y ella se molestó algo por lo cual bajó su mano hasta mi pantalón y tomo mi pene y lo ultrajo, al quedarme serio me beso y nos dimos un fuerte abrazo, luego ella se levantó lo cual yo repetí, nos unimos nuevamente en besos pero ella me llevaba a la vez caminando hacía su cuarto, al entrara a él, nos sentamos de lado al borde de la cama, aún inmersos en nuestros besos comencé a despojarla de su blusa, cosa a la que ella no se opuso, acto seguido ella me quitó la camisa para tirarse en la cama y halarme para seguir consumiendo nuestros besos. Luego de unos minutos comencé a desabrochar su jean el cual le quité con la ayuda de ella, pues era bastante apretado, y de la misma manera al quitarle de hecho el pantalón a ella me quité el mío, nos tiramos nuevamente a la cama y comenzamos a besarnos, yo besaba incesantemente sus orejas y cuello, lo que parecía excitarle más, aproveche esos momentos de excitación para quitarle su sostén, y al instante comencé a acariciar sus senos y a besarlos en manera suave, los chupaba con caricias enredando sus pezones entre mi lengua, ella solamente disfrutaba el momento, mis manos mientras acariciaban todas sus curvas, estrujaba de vez en cuando sus pieles para hacerle sentir mucho más placer, eso le estremecía todo el cuerpo de sensaciones. Lo cierto es que la única que subía en excitación no era ella, pues yo también estaba subiendo en una manera bastante rápida mi pulso, ya pensaba en cómo sería zamparle mi verga en su coñito, sin embargo cuando me disponía a despojarla de su tanga me manifestó que no quería hacerlo, que ella virgen; la verdad es que me sorprendió por lo cual me detuve por unos instantes, sólo le pregunté que si me quería, y qué sentía de hacerlo conmigo, a lo primero dijo que si, a lo segundo que era magnifico, que todo le había gustado pero que tenía miedo del dolor, le prometí que no sentiría dolor, entonces asintió seguir con nuestro encuentro. Ya para ese entonces mi verga estaba algo desinflada, pero ella comenzó a acariciarme con especial ternura lo cual me paró nuevamente, yo en cambio la besaba tratando de tranquilizarla, pues la realidad se mostraba algo nerviosa, le dije que primero debería masturbarla un instante para que lubricara bien, a lo cual acepto, entonces le quité su panty y comencé a meterle un dedo, luego dos y seguidamente tres, todo con sumo cuidado, ella estaba degustando el acto, mientras se acariciaba las tetas, pero fue tanta su felicidad que en esos momentos tuvo su primera llegada, lo que no le fue extraña indicándome con eso que la reconocía seguramente por algunas masturbaciones propias. Le pregunté que si había tenido sexo oral y me dijo que no, entonces le dije que lo iba a hacer para que lubricara aún más, quiso objetar pero no dijo nada, asintió a medias, comencé a meterle un dedo y luego le pasaba la lengua suavemente apenas si ella podría sentirla, a medida que presionada con mi dedo, pegaba más mi lengua a su chocha, cuando quiso darse cuenta yo le estaba metiendo toda la lengua en su chochita y la verdad lo estaba disfrutando, ante sus gemidos de placer sólo me provocó el chuparle el clítoris y allí si soltó un buen grito que me hizo saltar, nos vimos a la cara y ambos nos echamos a reír, subí pro su cuerpo poco a poco, besaba todo su abdomen y luego su cuello, la boca sólo le daba pequeños besos pues sabía que tenía un poco de asco por haberle chupado su vulva, pero eso es entendido por ser su primera vez. Acto seguido le solicité que abriera las piernas y se tranquilizará, si le dolía que me avisara, comencé primero a frotar mi verga por sobre su pepa, luego la fui introduciendo de a poco, cuando ya había ingresado casi toda sentí una pequeña mayita que no me permitía avanzar, ella estaba muy excitada y me decía que lo hiciera más rápido, pero yo sabía que no se podía, allí le manifesté te va a doler un poco, y empuje para reventar lo que molestaba mi traspaso, hizo ella un pequeño gestó de dolor pero dijo sigue; orden que no desaproveche, entonces si comencé a subir la intensidad de la jodida, lo hice con el mayor esmero y delicadeza con que jamás he hecho singada alguna en mi vida, la verdad quería que ese fuera uno de esos momentos inolvidables para ella, y de la misma manera de los mejores, cosa que creo haber cumplido. Siguiendo, luego de joder por un buen rato, sentí estar a punto de llegarme y preferí no hacerlo dentro de ella, por lo cual me quité de encima de ella, ella preguntó que pasaba y le manifesté que ya estaba por venirme, que si podía pajearme, a eso me respondió que no había problema que alguna vez lo había hecho, pero igual me manifestó que ella tampoco se había venido y que quería terminar también, por lo cual me coloqué boca arriba y le dije que se subiera sobre mi y me dejara chupar su clítoris, ella entendió enseguida la maniobra y se subió mientras ella me pajeaba con sus manos yo le chupaba todo el coñito, que la verdad lo tenía más rosadito que antes, al momento nos llegamos los dos, primero yo y luego ella, fue hermoso, ese fue sin lugar a dudas el único orgasmo que he tenido y en el cual he sentido que he realizado el tan pronunciado “amor” sexual. Después de eso ambos nos bañamos y nos dispusimos a comer la otra mitad de la pizza mientras continuamos viendo la televisión. Cerca de dos horas después llegó su madre, por lo cual dispuse irme para mi casa, no sin antes recibir un buen beso por parte de Dania mientras me decía, Gracias por hacer de eso un momento divino, seguro la próxima vez será mejor.

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A veces, no sabes la procedencia de las clientas, cuando te llegan o te solicitan los servicios de masajes, Anais, La Húngara Afincada 10 Años

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A veces, no sabes la procedencia de las clientas, cuando te llegan o te solicitan los servicios de masajes, pero ayer me solicitaron por un mensaje que tengo puesto en una página de masajes eróticos, una mujer que necesitaba probar eso de los masajes con final feliz.

Ella no me dijo mucho, más bien que no le importaba el precio ni el tiempo, solo quería experimentar eso que le habían dicho que se hace desde hace tiempo, y que las mujeres sienten de otra forma, por tanto, tras una charla por WhatsApp, pudimos realizar la cita.

Esta mujer, que la llamaremos Anais, aunque no es su verdadero nombre, como todos sabrán, que lo primero es la privacidad de mis clientas, pues es una mujer casada, aunque realmente apenas se sienta como tal, ya que su marido le metió en el mundo de los swingers, y ella, pues lógicamente con tanta experiencia con otras parejas, al final le cogió gusto a eso de estar con otras parejas, y ahora necesitaba experimentar otra clase de placer.

Me dijo que ante todo, necesitaba privacidad, que por su situación, buscaba algo discreto, algo placentero pero no llegar y enseguida abrirse de piernas, que hasta estaba cansada de ello, que era casi monótono.

La verdad es que mirando fríamente, es hasta cansado tener que llegar con una pareja, fingir que estas excitada y que necesitas tener sexo rápidamente, cuando en realidad, lo que toda mujer quiere es que la conquisten, que sean los hombres o las parejas, las que hagan que no sea monótono, aunque saben perfectamente el final, pero los principios siempre han de ser distintos.

Anais, es una mujer del Este de Europa, morena, alta, casi 180 cm, con ojos color miel, una bella sonrisa, y un cuerpo que a veces, no se sabe cómo pueden tener esos cuerpos, ya que si de pecho tenía 130, de cintura tenía 70 y de cadera tendría como ella me indico casi 100.

No me gusta nunca describir los cuerpos de las mujeres, pero es que esta clienta, me lo pidió, porque sabía tras acabar la sesión, que yo escribo lo que ocurre en mis sesiones de masajes, en un blog, y ella deseaba saber lo que yo había recibido tras darle el masaje.

Ella me pidió que la cita si podía ser a las 4 de la tarde, ya que era cuando estaba libre de sus cosas de casa, ya que aunque parezca mentira, estaba casada desde hacía más de 20 años con un español, y lleva en la ciudad en la que resido, 21 años viviendo, pero no ha perdido ni la figura de mujer húngara, ni casi el acento, aunque se defiende muy bien con el español. Cuando vino, estaba vestida con un vestido bastante amplio, que le llegaba casi a los tobillos y con tirantes, por tanto, supongo que fresquita iba por dentro, porque hace calor y más a esa hora.

Cuando entro, estaba como todas las clientas nuevas, algo nerviosa, pero le dije que si tenía ella tiempo, sería mejor, ya que antes de empezar el masaje, siempre es bueno charlar un poco, para saber qué es lo que ella desea y que es lo que yo le voy a realizar, pero ella solo quería saber cuánto iba a durar el masaje, por donde le tocaría y si conseguiría darle placer.

Le indique que si ella estaba tensa, no podría gozar de nada, solo de un masaje en su cuerpo y poco más. Le dije también que empezaría con un masaje relajante, por todo su cuerpo, tanto por detrás como por delante, luego pasaríamos a un masaje sensitivo y por ultimo le daría un masaje erótico para que ella ya decidiera como acabarlo si solo con manual en tu cuerpo, si solo con oral, o si quería tener penetración, solo que esto, suelo hacerlo solo con mujeres que lo soliciten en ese momento, nunca lo indico antes, pero lo dejo a entender.

Ella quería solo sentir placer, por tanto, le indique que si le gustaba el té, empezaríamos por un té y así, empezaríamos a charlar. Las charlas suelen ser el romper el hielo, porque aunque me cuenten cosas de verdad o de mentira, es para que ellas se sientan a gusto, por tanto, mientras servía el té, le indique que se pusiera cómoda en el sofá, ya que en breve la pasaría a la habitación donde estaba la camilla, para que ella se desnudara, y se pusiera tumbada tapada con las toallas.

Se tomó el té, pero notaba que estaba nerviosa, eso es fácil, si un vaso de té, tiembla mucho, no es por lo caliente que este, sino porque esa mujer no está lo suficientemente relajada, por tanto, en cuanto nos lo tomamos, le cogí de la mano, y haciendo un gesto para que se levantara, la lleve a la habitación, y le dije que se fuera quitando la ropa, y se quedara si quería con el tanga o braguita, pero que se tumbara en la camilla boca abajo. También le dije que si necesitaba de alguna goma para recogerse el pelo, ya que tenía una melena bien cuidada, que le llegaba casi a los omóplatos, y para un masaje, es lógico recogerse el pelo, a lo que ella me indico que me lo agradecía, porque suele siempre llevar el pelo suelto, pero que se la trajera.

Fui al baño, en donde tengo estos utensilios, ya que alguna vez, alguna clienta desea darse una ducha antes de irse después del masaje, y claro, ¿dónde tienen normalmente las mujeres en sus casas estas gomas del pelo? Vale, no todas saben dónde lo tienen, pero yo las tengo en una canasta de mimbre pequeña en el armario que tengo en el baño, y cuando volví con un par de ellas, para que ella eligiera la que le gutara más, me encontré en la habitación a esta mujer, de pie, apoyada en la camilla, como sentada, pero que solo tenía el tanga azul como única ropa.

A ver, ante todo, soy profesional en cuestión de masajes, pero normalmente las mujeres obedecen y se tumban, pero esta mujer no, me espero incluso y cuando me vio la cara de asombro, me pregunto:
“¿Crees que todavía mi cuerpo puede hacer gozar a hombres sin que pienses que soy fácil?”

A ver, Anais venía a por un masaje o ¿venía a una sesión de psicoanalista? Esto no es lo que yo pensaba recibir de pregunta, pero bueno, cada mujer es un mundo aparte, por tanto, le conteste:
“Tienes un bello cuerpo, y lo sabes.
Tienes la capacidad de saber excitar a un hombre estando vestida.
Tu cuerpo, muchas mujeres lo desearían tener para poder dar el placer a sus hombres, por tanto, ¿cuál es el problema que ves en tu cuerpo para que pienses si todavía das placer o no?”

Anais me miro con una mirada fija en mis ojos, mientras yo la miraba normal, ya que si intentaba excitarme, no era el momento, ya que estaba yo concentrado en darle un masaje, es decir, no estaba excitado, y claro, cuando ella ya se recogió en una coleta su melena, se me acerco y me pregunto:
“¿Por qué no estas excitado y no me comes los labios y me abrazas?, no te gusta mi cuerpo, ¿verdad?”
A lo que yo le respondí:
“Anais, eres bella, eres atractiva, si fuera otra circunstancia, ya te estaba besando y acariciando todo tu cuerpo, como hombre que soy, pero has venido a que te dé un masaje. Has venido a relajar tu cuerpo. Has venido a recibir un placer en tu cuerpo, que no sea sexual al principio. Yo soy masajista, no profesional, pero me tomo este servicio como un trabajo, y tengo que relajarte.
Si me hubieras citado para echar un polvo, ahora mismo estabas en esa cama que tengo detrás mía, comiéndote toda, pero no, has venido para tumbarte en esta camilla y recibir placer, y eso vas a hacer.
Así que, túmbate, por favor, y empecemos la sesión de tu placer, porque creo que estas tensa y estas confundida con lo que yo te puedo dar, y no sé quién te habrá dado mi número, o si lo has visto en la página en donde tengo el anuncio, pero si estás buscando un polvo pagando por ello, creo que te has equivocado de anuncio, porque hay miles de hombres que te darían ese placer, incluso sin que tu pagues nada.
Hazme el favor de solo sentir, de despejar tu mente, y de relajarte, porque si no lo haces, has perdido tu tiempo, tu dinero por este simple masaje y tu ego de mujer que se tira lo que le da la gana, y eso, ahora no va a ser.”

Y mirándome con una sonrisa, me indico:
“Te estaba poniendo a prueba, porque ya he ido a muchos masajistas, y todos acaban haciéndome lo mismo, un ratito corto de masaje y luego se ponen el condón y me penetran, cuando yo lo que busco es nada de condón, nada de penetración y nada de polvo. Así que, veamos de que piel estas hecho, porque quiero sentir mi cuerpo, lleno de placer pero relajado.”

Y en cuanto acabó, se subió encima de la camilla, a cuatro patas, mientras yo me encargaba de ponerme el cinturón con el aplique de cuero que sujeta el bote de aceite, y le pregunte si tenía la piel sensible o si por el contrario, le gustaba cualquier tipo de aceite, a lo que ella me dijo que no era alérgica a nada, solo a los hombres babosos que no saben tratar a una dama del Este de Europa.

Pero ver a una mujer tan atractiva, puesta lentamente de a gatas o a cuatro patas a estar tumbada boca abajo, hay que tener mucha concentración para poder no fijar los ojos en esa belleza de cuerpo, así que, me concentre totalmente y tras unos segundo, empecé a posar mis manos untadas en aceite de romero mezclado con almendra, por todo la piel de su espalda, a lo que ella, notando mis manos calientes, se le escapo un gesto de placer. Parecía que llevaba tiempo sin sentirse así, tan relajada y que no estuvieran intentando besarle la espalda, para así intentar excitarla como casi siempre hacían en ella.

Teniendo en cuenta que cuando empecé con su espalda eran casi las cuatro y veinte de la tarde, pues la verdad, sin mirar el reloj, porque no suelo hacerlo cuando empiezo los masajes, solo calculo el tiempo según vea como va transcurriendo la sesión, pues ella me indico que si no se daba cuenta, le avisara en una hora, que tendría que mandar un mensaje para indicar que iba a retrasarse. Así que, empecé a darle el masaje, primero relajante por su espalda y notando que sus cervicales estaban bastante agarrotadas, por lo que me dedique a relajarle bien dichos músculos. Indico que el resto de su cuerpo, estaba tapado por dos toallas pequeñas, una que le tapaba los muslos y su trasero, y la otra le tapaba parte de la espalda, no por nada, sino para que el cuerpo no vaya perdiendo el calor que se le puede aplicar, además, estando casi a 38 grados en un ambiente de calle, pues en el piso y al tener los ventiladores puestos, intentaba que estuviéramos a una temperatura más acorde para ello, unos 29 grados o menos, no tanto para sudar, pero si para que el cuerpo desnudo de ella no tuviera agarrotamiento por el frio o destemple de la temperatura ambiente.

Cuando acabe de masajear su cuello y cervicales, pasé a su espalda, y claro, la toalla que tenía tapando esa parte de su anatomía ahora la coloque en su cuello y cervicales, como toda persona que da masajes, sabe que es para no perder el calor y relajamiento muscular. Y la volví a untar de aceite y empecé a notar que tenía varios músculos duros y tensos, por lo que me aplique bien en dar bastante masajes a esas zonas, y notaba que ella estaba sintiendo un placer aunque sumado a un dolor, ya que tenía contracturas severas, como de que nunca le habían tratado la espalda, por tanto, con sumo cuidado pero sabiendo que músculos tocar y con qué intensidad, proseguí hasta dejarle la espalda relajada.

Al acabar, la tape con la toalla que tenía arriba, en su cuello, y me agache en cuclillas para indicarle como se encontraba.
Por un momento no me oyó, por lo que le volví a preguntar, y me indico que está bien, que tenía buenas manos y que no pensaba que tuviera tal relajación en la espalda, con lo que le había dicho.
Me pregunto qué hora era, y mirando la hora en el móvil le indique que eran las 5 y cuarto de la tarde, y que si quería que le pasará su bolso para mandar el mensaje que tenía que hacer y que me había dicho antes que se lo recordara, y se quedó pensando, pero le dije que ahora faltaba las lumbares, su culo y sus muslos, y cuándo acabará con eso, daríamos la vuelta a su cuerpo, y empezaría por la parte de delante, con lo cual, tendríamos de masaje una hora larga, así que, era el momento de que indicara a quien fuera, que se iba a retrasar, si quería que continuara con el masaje, a lo que ella, diciéndome que si no me importaba que el acercara su bolso avisaría. Yo se lo acerque, ya que estaba en el salón, y la deje un rato tranquila, en lo que yo iba a preparar un batido refrescante, porque sabía que le vendría de lujo, y los suelo hacer de kiwi amarillo y dulce, de naranja, de plátano y de melocotón, mezclado con cubitos de hielos y en la batidora, pues eso se hace rápidamente y ayuda a estar más frescos.

Los batidos, nunca entran en el precio del masaje, pero es cierto que en ciertas horas, son necesarios, por lo que, en cuanto acabe de hacerlo, los puse en dos vasos de tubo especiales de una marca conocida de bebida refrescante, de un sorteo que tuve hace años por comprar una oferta, y los puse en una bandeja, y llegue a la habitación en donde estaba ella, sentada en la camilla, mandando el mensaje a la persona que tenía que hacerlo. La mire a los ojos, y cuando ella acabo de mandar el mensaje, le indique que si lo quería tomar encima de la camilla, o prefería en la cama, tranquilamente. Ella se bajó de la camilla, y se sentó enfrente de mí y probó el batido, a lo que claro, me pregunto que tenía, porque le gustaba bastante. Se lo indique y me pregunto si esto había que pagarlo aparte, y le indique que todo estaba metido en el precio, a no ser que ella después del masaje, quisiera dar una propina o regalo, ya que eso nunca se niega a una clienta satisfecha.

Mientras estábamos tomándonos los batidos me pregunto lo típico, si tenía pareja, si sabía mi pareja lo que hacía, si estaba solo, en fin, las preguntas que siempre se hacen después de una media sesión de masaje.
Le respondí que si quería saber la verdad, para que ella estuviera más contenta o si quería que la mintiera, para que pasáramos de ello y siguiéramos con lo que ella había venido.
Sé que es una respuesta dura y borde, pero yo en ningún momento le pregunte si estaba casada, divorciada, separada o soltera, y ella lógicamente, después de preguntarme y oírme la respuesta, me afirmo que tampoco íbamos a sacar nada sabiendo mi vida privada, total, ella solo quería acabar el masaje y volver a su cruda realidad de buscar el placer de los hombres con su cuerpo.

Indico que esas palabras que ella dijo, duelen, la verdad, saber que tienes que volver a hacer algo que a tu pareja le gusta y a ti, realmente no te gusta, es algo que muchas mujeres, por desgracia, tienen que aguantar en su vida, por lo que viendo que se iba a poner triste, le dije que si quería que dejáramos los batidos y continuáramos con el masaje, porque ahora iba a cambiar, ya que iba a modificar algo en el masaje, aunque si es cierto, que lo primero que tocaría sería las lumbares, porque solo con la postura en la que se puso sentada, ya sabía yo que tenía la espalda agarrotada, aunque le había aliviado bastante antes.

La invite de nuevo a que se tumbara, pero le indique que si me hacia el favor antes, de quitarse el tanga, ya que iba a realizarle un masaje especial en los costados y en sus glúteos, aunque ella me miro con cara de “me quieres tener desnuda para excitarme, verdad?” pero en realidad todavía no iba a empezar a darle ese placer, solo que yo quería no tener ningún obstáculo pero si poderle dar el masaje en condiciones, y no mancharle el tanga de encaje que tenía, por lo que una vez explicado y ella confiando en que solo iba a realizar ese masaje, se lo quito de espaldas a mí. Lo hizo así para ponerme más nervioso, pero lo siento, yo estaba totalmente concentrado, por tanto, no es la primera mujer ni la última que se me desnuda completamente para darle un masaje, aunque ella esperara otra cosa.

Se tumbó, le puse en sus gemelos, una toalla, y en su espalda la otra, para que volviera su cuerpo a tener una temperatura acorde a lo que yo le iba a proporcionar con el masaje.
Le unte de aceite en las lumbares y parte de su costado con la palma de mi mano, así como en el coxis, y me dedique a darle un masaje algo más relajante, más sensual, más lento, en lo que ella empezó a notar que ya no era tan relajante como lo que le había aplicado antes en su espalda, en más, incluso hubo varios momentos en los que ella gemía, tal vez de excitación o que le gustaba realmente, pero yo estuve algo así como media hora con sus lumbares, con sus costados, ambos, y con el principio de sus glúteos, por lo que viendo que al principio tenía tensos los músculos, al final, estaba completamente relajada. Cuando acabe, puse la toalla que estaba en sus gemelos, ahora estaba tapando sus lumbares y trasero, para que se mantenga el calor y no perderlo.
Y me baje a los muslos y gemelos. Fue un masaje suave, lento, descargando posibles contracturas, y como no, llego lo que siempre no deseamos y suele pasar, el tirón en el gemelo, ya que aunque parezca mentira, pero al relajar dicho musculo, si hace mucho que no te lo relajas o que llevas un tiempo de estrés, el cuerpo es sabio y es cuando pega el tirón, y le paso eso a Anais, en el gemelo izquierdo, por lo que note yo que estaba toda la pierna tensa, y rápidamente cogí del pie izquierdo y se lo estiré hasta que hizo el sonido típico cuando el musculo se destensa. Ella se giró y mirándome casi con lágrimas, me dijo que le perdonara por ese tirón, pero le dije que eso pasa muchas veces, y que sentía yo haberle producido dicho dolor, por tanto, le volví a relajar la pierna entera, esperando que ese dolor se le quitara, y note que se le iba quitando, solo con tocar con mis dedos y palma de la mano, la pierna y el musculo del gemelo.
Al notar ella que ya no tenía el dolor, me indico que si quería dejarlo para otro momento, no pasaba nada, pero le dije que yo acabo todas mis sesiones, por tanto, me puse con la pierna derecha, y claro, en esta pierna no le dio tirón, pero si note que ella estaba tranquila, porque vio que en ningún momento le toque sus partes íntimas para nada, solo los músculos de su cuerpo.
Cuando acabe de darle los masajes suaves, me acerque a su cabeza, y agachándome para que ella pudiera oírme desde el agujero de la camilla, le dije que si se quería dar la vuelta, yo le ayudaría, porque estaba casi en trance, entre el dolor del tirón y luego el masaje para quitárselo, pues se había relajado completamente tanto o más que casi se me duerme. Tengo que decir que muchas clientas se suelen dormir, esto es normal, no es que sea uno malo dando los masajes, es que si te relajan lo suficiente, pues tu cuerpo también se relaja, y puedes dormirte.
Anais se dio la vuelta, lentamente y cuando se giró del todo, noto un pequeño dolor en la ingle izquierda a lo cual yo no lo note, pero el gesto que hizo en su rostro, me indico que no iba bien todo lo que yo hubiera querido que fuera. Le pregunte que le pasaba y ella me indico que a raíz del tirón, le había llegado hasta la ingle, por lo que notaba un ligero y molesto dolor. Pero que no pasaba nada. Eso nunca se le puede decir a un masajista, no por nada, sino porque vamos a intentar quitar todos los dolores musculares que se tengan en el cuerpo, por lo que le dije que se relajara, que le iba a quitar ese dolor o molestia que tenía, ya que no era una parte muy buena para dejar de tratarlo. Ella me dijo que no hacía falta, pero yo le indique que luego, para caminar, no le vendría bien, y que solo iba a relajarle los músculos de esa parte. Ella acepto, y se tumbó, con las piernas juntas.

Si, ya sé que tocar esa parte del cuerpo de una mujer, en una camilla, puede considerarse que estamos tocando una zona sensitiva y a la vez excitante, pero recuerdo indicar que yo solo estaba en ese momento para quitarle dolores o molestias musculares, así que, eso es lo que hice, con mis yemas de los dedos y con un poco de aceite, primero en movimientos lentos y circulares por la zona de la molestia, y luego agarrando su muslo, para levantárselo, por toda la musculatura que conlleva la flexión de la pierna y notar que ella ya no tenía ninguna molestia.
Bien es cierto, que la vista no falla, y entre los labios de ella, note una brillantez, claro sinónimo de que estaba excitada o por lo menos, su cuerpo, aparte de relajarse, también se había excitado, pero yo seguí con mi masaje. Le indique que iba tocarle la parte de su cuello y torso, por lo que le puse la toalla encima de su vientre y parte de sus muslos, y me dedique a darle un masaje sensitivo.

Le pregunte si quería que le hiciera el masaje por sus senos, pero ella me indico que no hacía falta, ya que no le iban a dar ningún tirón y ya se los tocaban muchas veces al cabo del día, casi riéndose me lo dijo, por lo que yo no sé los toque, ya que siempre se ha de explicar el motivo de porque se tocan, y no es para excitar como muchas personas puedan pensar, pero como la respuesta fue negativa por parte de ella, pues la clienta siempre tiene la razón.

Seguí el masaje por su estómago, al cual noté que el esófago lo tenía como una piedra de duro, y se lo relaje. Llegue también a su vientre, y bajo vientre, pero solo le hice en el bajo vientre un masaje suave, tampoco había que activar nada dentro, y luego pasé a los muslos y a sus piernas, y cuando acabe, me dedique a realizarle en cada pie, un masaje relajante, que eso sí que la hizo casi entrar en un éxtasis de placer, porque bien es cierto que si se los habían tocado muchas veces, pero como ella me dijo:
“Ha habido tantos hombres y mujeres que me han chupado los dedos de los pies, para intentar ponerme excitada, que tus dedos me han hecho ver que el placer de esas personas solo eran para abrirme de piernas, y tú solo me estas relajando el cuerpo, y también sin quererlo, me estas excitando.
¿Ahora me vas a acabar de excitar o quieres que me vaya?”.
Y yo le respondí:
“La clienta es la que decide cuándo se va, como se va y que hace. Por tanto, si te quieres levantar e irte, no pasa nada. Si quieres que continúe, ahora empezare con el masaje erótico con final feliz. ¿Cómo quieres el final, manual, oral u otra cosa?”
Y sin esperar a que acabara, me dijo:
“Otra cosa, no la he notado yo, ahora mismo que esté para darme ese placer, y la verdad, manual me han dado muchas veces, pero aunque parezca mentira, todos los hombres y parejas prefieren que yo les haga eso con mi boca, pero pocas personas me lo han dado, y si solo con tus dedos y manos, me has hecho esto, ahora quiero saber lo que tu boca y lengua es capaz de hacerme.
Y tranquilo, te has ganado ya una buena propina, pero que sepas que tengo libre dos horas más, por tanto, vamos a disfrutar del masaje, ¿no cree?”
Mi respuesta fue clara. Llegue a sus senos, me agache, y los empecé a besar, mirándola a los ojos, y ella solo con el movimiento lento de mi lengua en uno de ellos, y succionándole con mi boca, soltó un gemido. Le hice lo mismo en su otro seno, con el mismo movimiento, y ella intentando reprimir sus ganas de cogerme de la cabeza, solo me acariciaba mi nuca, con cada movimiento que le hacía en su pezón.
Como me indico que estaba harta de que la tocaran sus genitales con los dedos, no se lo toque, ya que ella espera tener un masaje de lengua allí, y cuando creí conveniente, me baje directamente a sus labios, le separe sus muslos y pasé la lengua entre sus labios, totalmente húmedos de ella, y totalmente calientes e hinchados, y solo ella gemía y apenas decía nada, eso sí, su respiración se aceleraba y cada vez que mi lengua subía, su cadera también se alzaba, como queriendo que no se separara mi lengua de sus labios.
Hasta ese momento, en todo la sesión de masaje, le había tratado como una Dama antes de empezar el masaje, y luego como a una mujer, pero ahora, pensaba tratarla como lo que ella deseaba, una mujer deseada y gozando, por lo que alzando sus muslos por encima de mi espalda, me peque a sus labios, y no paré de movérselos hasta que ella sola, agarrándome de la cabeza, para no parar de hacerle el movimiento, pudiera llegar a su orgasmo, que la verdad, parecía que lo necesitara, ya que fue muy fuerte, moviendo toda la cadera y sin dejar de apretar mi cabeza a su bajo vientre, y cuando acabo de vibrar todo su cuerpo, se desplomo en la camilla.
Lógicamente, yo con este masaje, o mejor dicho, este trabajo lingual entre sus labios, tenía una erección de órdago, pero en mi pantalón corto de dar masajes, apenas se notaba, por lo que cuando ella dejo de respirar aceleradamente y notando que yo seguía pegado a sus labios, porque seguía dándole placer, me pidió que parase de darle ese placer. Me dijo que me acercara a su boca, ya que quería decirme algo, y cuando estuve de pie, cerca de ella, Anais puso su mano encima de la tela de mi pantalón corto, y noto toda mi erección. Sonrió y me miro con cara de lascivia, pero entonces sonó el maldito tono de llamada de su móvil.

Anais, agarro su móvil, y vio un mensaje que le cambio el gesto de su rostro, y como que la puso triste. Cuando contesto, se incorporó, y acercándose a mí, me dijo:
“Siento tener que irme ahora mismo, porque me has dado muchísimo placer, y lo mejor de todo, me has tratado como una mujer, eso no se me olvidara nunca, y que sepas que pienso venir más veces, aparte de hacerte algo de publicidad entre mis amistades femeninas, pero te digo una cosa, nunca me gusta irme y dejar a un hombre con lo que tienes entre las piernas, que sé que duele tenerlo así, pero es urgente, y tengo que irme ya. Pero te juro que te lo recompensaré, porque quiero saber que siento yo, con lo que tienes ahí, totalmente erecto por mi culpa o por mi cuerpo. Mañana te llamo y vemos como quedamos en el fin de semana, así que, resérvame un masaje completo como el de hoy, pero sin tirón, por favor, para al menos 4 horas, porque te lo mereces. Tienes unas manos divinas, y esa lengua? Me ha dado mucho placer, que sepas que no me he venido una vez, han sido tres seguidos, y ningún hombre nunca me ha hecho eso, así que, ya te tengo en mi agenda, para mis placeres, pero te juro que esta urgencia no me la esperaba, y tengo que irme.”

Yo le indique que era una faena, pero las urgencias son así, nadie las prevé, nadie las programa, y es lo que toca. También le indique que no había prisa, porque viniera, total, yo siempre estoy disponible para las mujeres que me necesitan, pero eso, si ella quería venir en el fin de semana, que me avisara con dos hora mínimo de antelación, para poder saber si estaba con alguna clienta, o por si estuviera en la calle, en la feria, que es el último fin de semana de la Feria en Almería, y como siempre pasa, te entretienes, así que, le indique que por ella, como por cada una de mis clientas, estaría a su disposición, siempre avisándome.

Lógicamente me tuve que conformar con la situación, porque es lo que toca, es lo que hay, y es lo que suele pasar con mujeres que tienen otra vida y no están libres, así que, la ayude a vestirse, ya que iba con mucha impaciencia, y antes de irse, saco de su bolso, su cartera, y me dejo 3 billetes, amarillos, y me dijo que eso no era una propina, eso era un regalo porque ella quería, por tanto que no le dijera nada, porque lo que le había hecho disfrutar se merecía más, pero solo por dejarla casi como nueva, se merecía ese regalo.

Se fue casi corriendo, y yo seguía con un dolor en mis partes, por lo tanto, lo único que me toco hacer fue irme a la ducha y darme un relajado y gratificante baño de agua fría.

Por la noche, Anais, me mandó un mensaje, y me pidió perdón, pero estaba en urgencias, no por ella, sino por alguien muy allegado a ella, y que si no hubiera sido por el masaje que le había dado, estaría ahora mismo con dolores en la espalda, cuello y piernas, pero que se encontraba en la gloria, y claro, se acordó de mí. Me indico que en cuento fuera relevada de estar allí, se pondría en contacto, para quedar el fin de semana. Me pidió que sin avisarme, si podríamos acabar lo que ella me dejo a medias, y le indique que si tenía que estar el fin de semana en el hospital por ese pariente, se olvidara de acabar lo que teníamos pendiente y ya lo haríamos en cualquier otro momento, pero que yo, aun así, estaría con el móvil activado, y que mandará lo que deseara.

Hoy viernes, me ha mandado un mensaje, diciéndome que está en casa de su pariente, porque ya está todo solucionado, pero que hoy no podrá quedar, pero que le reserve de 4 a 5 horas, de la tarde o noche de mañana sábado, porque quiere invitarme a cenar a su casa, y para que conozcan a quien le ha quitado los dolores de su cuerpo, y porque desea presentarme como su masajista a quien tiene que dar explicaciones. Esto es una historia rara, que cuando pasé, ya os la contaré, pero ya es raro, pero ante una mujer satisfecha, a veces es mejor no pensar en nada, simplemente que ocurran las cosas.

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Tomé la toalla, solté mi cabello y me dirigí al cuarto de baño, estando ahí me desnudé, bajé mi short y el solo rozar de la tela en mis piernas lograba que mi cuerpo temblara

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Hola…. estoy por contarles una sola de nuestras grandes travesuras juntos… por mi cabecita loca y diablilla ya habían pasado algunas ideas…

Pero no quería decirle nada, quería que fuese una caliente sorpresa para él, más sin embargo por cuestiones de seguridad le conté un poquito, para ponernos de acuerdo y que las cosas salieran bien, ya habíamos planeado sobre estar juntos en su auto y me excitaba muchísimo, me emocionaba de sobremanera el pensar en todo lo que haríamos, mi imaginación volaba y mi calentura aumentaba.

Conversábamos por teléfono cuando le dije que tenía una sorpresa para él, a lo que me preguntó con curiosidad lo que era… le di solo pequeños detalles que al final no le decían prácticamente nada. No estaba muy convencido pero… yo me encargué de hacerlo, dándole la seguridad de que todo saldría bien y lo pasaríamos muy rico, le dije que era una sorpresa caliente!! Muy caliente, y que quería verme MUY PUTA para él, que era algo fuerte lo que quería que hiciéramos, y lo pensó toda la tarde por aquello de los riesgos que se corrían, pero al final lo convencí, mientras tanto yo por la tarde me imaginaba muchas de las cosas que sucederían esa noche, y me calentaba ese solo hecho… IMAGINARLO! Por la noche conversamos solo un poco, y después se marchó… tenía un compromiso y eso a mi me daba tiempo para lograr mi diablura

En cuanto me vi sola les confieso estaba muy emocionada, muy caliente y sobre todo parecía una colegiala con su primer cita, corría y daba vueltas llegando al mismo lugar!! Jajaja eso fue muy divertido, combinado con todo lo que pasaba en mi cuerpo, eran unas sensaciones de niña traviesa, caliente, y a la vez de puta seductora, escogí mi ropa… que para ser honesta pensaba en no llevar nada, tan sólo una gabardina y presentármele desnuda completamente, el solo pensarlo lograba que mi cuerpo dejara brotar por los poros la calentura que sentía, pero no se pudo… y entonces pensé en vestirme como tal como una verdadera puta!! Tomé la toalla, solté mi cabello y me dirigí al cuarto de baño, estando ahí me desnudé, bajé mi short y el solo rozar de la tela en mis piernas lograba que mi cuerpo temblara ansiando sus manos en ellas, quite mi blusa y desabroché el bra mis pezones estaban erectos, deliciosamente ansiosos por su lengua, su saliva y sus manos, moje mis dedos y los acaricié suavemente, después lentamente bajé mi tanga y quedé completamente desnuda regué agua por todo mi cuerpo desde mi cabello y comenzó a escurrir mojándome completamente y recorriendo hasta los mas escondidos rincones que hay en el, tome el shampoo y al rociarlo sobre mi mano vi como salía suavemente e imaginé que estaba recibiendo su leche sobre mis manos, después froté mi cabello suavemente y lo dejé reposando con el shampoo, tomé la barra de jabón y la humedecí, y comencé a pasearla por mis piernas entre caricias suaves y fuertes; ansiando que fuesen sus manos, hice espuma con el y subí lentamente hasta llegar a una conchita suave y carnosita que hay entre ellas, normalmente afeitadita pero en estas ultimas ocasiones he decidido no hacerlo y sorprenderlo con alguna otra sorpresa… que como pueden darse cuenta SOY BASTANTE AFECTA A ELLAS!! Y a él le encantan!! Que rico no? … y el pensar en lo que le gustan me encanta, asi que seguí a afeitarme las piernas, me emocionaba el que al momento de acariciarlas las sintiera suaves y tersas, poco a poco la espuma fue desapareciendo dejando ver sólo mi piel, tomé la barra de jabón y la pasee por mi abdomen mientras con la otra mano acariciaba mis senos llenos de espuma, suavemente y estrujándolos al mismo tiempo, pensando en el, en sus caricias, en sus manos en su mirada, cerré mis ojos y lo imaginé gozándome con su mirada, con sus ojos expresivos y su mirada caliente, comencé a enjuagarme la espuma y el agua se unieron en una sola caricia a mi cuerpo, deslizante y húmeda, apasionada y desesperante, terminé de lavar mi cuerpo y continúe frotando mi conchita con el jabón, mis dedos exploraron el punto mas escondido de ella y mi mano la estrujaba fuertemente contra mi, dejé caer agua sobre ella a chorros, y el golpe del agua en mi clítoris me desesperaba aun más, en ese momento mi conchita comenzó a tener contracciones ansiando su lengua, solo la estruje entre mis manos y tomé la toalla que comenzó a absorber gota a gota los residuos de agua en mi cuerpo, subí cada una de mis piernas al lavabo y froté la toalla en ellas, continué así hasta secarme completamente, al llegar a mi recámara me desnudé y me vi al espejo, mi cuerpo ansiaba el suyo, LO NECESITABA!! Estaba muy excitada después de lo sucedido en el cuarto de baño, y escogí lo que me pondría, el elegido fue un vestido negro corto y ceñido a mi cuerpo, con la espalda descubierta y solo tiras cruzando en ella; me introduje en el con el cuerpo desnudo; me hacía verme tal y como yo lo quería, cepillé mi cabello y lo amarré en una coleta bastante alta y me dispuse a maquillarme, pensaba en un maquillaje bastante recargado, tal como lo hacen las putas… y así lo hice; al terminar tomé mis zapatillas con tacón alto pero que causaban un efecto en la mirada de perderse entre mis piernas, de verlas al desnudo, me vi al espejo completa, me vi con los ojos de el y me arreglé para una mirada exigente… SU MIRADA! .

Eran ya las 11:30pm y yo tenía planes de ir en su busca a las 12:00am así que pedí un taxi, tomé mi gabardina y esperé, cuando faltaban 10 minutos antes de las 12 lo sorprendí con un mensaje diciéndole que lo esperaba a las 12 en punto cerca de donde el estaba, llegó mi taxi y salí de casa, pensaba en su emoción, en lo que estaría pensando el, en su ansiedad, y todo ese mundo de emociones que nos inundan cuando estamos juntos!! Al pasar cerca de donde estaba lo vi, lucía guapísimo! Su porte atractivo e intelectual, imponente!! El apenas y me vio, pero sabia asia donde debía dirigirse y no me hizo esperar, bajé del taxi y di tres pasos, lo vi venir, me subí al auto y su mirada fue expresiva, caliente, de gusto, de pasión, de amor, todo revuelto en un solo instante, nos fundimos en un hermoso beso lleno de pasión y amor mientras perdía sus manos debajo de mi vestido y se encontraba con mi conchita al desnudo; mientras avanzamos hasta llegar a una calle obscura no paró de tocarme de meter sus dedos en mi conchita de acariciar mi clítoris, su mirada era caliente y seductora, mi cuerpo vibraba al sentir lo que tanto deseaba… sus manos acariciándome!! Y llegamos a esa calle donde en alguna ocasión yo ya había estado antes con una “amiguita”.. pero esa es otra historia!! Y el preguntó si ya había estado ahí, a lo que yo respondí que si, me preguntó si ahí iba yo con ella y yo respondí afirmativamente, me preguntó que hacía? y le respondí que travesuras, nos besamos y nos acariciamos el perdió su mano entre mis piernas nuevamente y acarició mi conchita húmeda levantó mi vestido y me puso en cuatro sobre el asiento puso su boca detrás de mis nalgas paraditas y saboreo mi culo, me pidió irnos a casa y yo pregunté porque? El respondió… porque quiero sentirte!!! Nos pusimos en marcha y me pidió que en el trascurso me masturbara, a lo que yo abrí mis piernas y comencé a frotarme metiendo mi dedo también en mi conchita, por momentos humedecía mis dedos y frotaba mi clítoris con mi saliva, le di a probar y golosamente paladeó mis jugos en mis dedos, avanzamos hasta llegar a otra calle, deteniéndose ahí para chuparme la conchita, todo eso era delicioso!! Emocionante!! Excitante!! Continuamos así a otra calle cerca de casa y yo continúe tocándome para el, luego me acerqué y saque esa hermosa y deliciosa verga que escondía su pantalón y comencé a mamarlo hasta hacer que escapara un delicioso gemido de el que me estremeció completamente, lo saboreaba mientras el conducía; llegamos a una calle y nos detuvimos el me preguntaba sobre mis travesuras hechas con aquella amiguita y yo le mostraba como sucedieron las cosas, me preguntó como me acomodaba para que ella me mamara y me acomodé como tal el se volteó y me chupó el clítoris, YO DESESPERABA PORQUE CLAVARA SU VERGA EN MI CONCHITA!!! Pero aun así no lo hizo, solo me desesperó mas clavando la punta de su verga en mi conchita, YO QUERIA MAS, LA QUERIA TODA!!!!!!! Pero el me dijo NO! Y continuamos así, besándonos y acariciándonos, hasta llegar a casa, al llegar su mirada era MUY CALIENTE Y YO ESTABA MAS QUE ARDIENDO!! Entramos a casa entre be

sos calientes y suaves, pusimos la cámara para filmarnos, y comencé a masturbarme, el lamió mis pantorrillas entre mordiscos y saliva, yo me sentía desesperantemente excitada, se perdió entre mis piernas succionándome y llegando así a mi conchita, metió su lengua en ella saboreándola desesperadamente, estrujando mis piernas con sus brazos y mis caderas con sus manos, fue tan delicioso sentirlo así entregado a mi como en todos nuestros encuentros; le pedí que se acercara que pusiera su verga en mi boca y se hincó sobre ella metiendomela toda, ahogando mi garganta con su sabrosa verga, mientras yo la succionaba, la saboreaba, acariciaba su hermoso trasero con mis manos mientras me traga toda esa deliciosa verga llena de sus exquisitos jugos y me perdía con esas ricas bolas en mi boca; el se bajó un poco más y acomodó su verga, abrió los labios de mi conchita y se asomó mi clítoris, hinchadito calientito y desesperado, y así me la metió hasta el fondo en una deliciosa embestida de un solo golpe la sentí adentro, le encantaba como me la tragaba toda como se me iba toda recorriendo toda mi conchita, succionaba mis pezones me acariciaba toda, eran demasiadas caricias envueltas en una sola, en cada embestida me la metía más y más me hacía vibrar, me hacía desesperar, de pronto me sacó la verga y me puso en cuatro con solo mirarme a los ojos, yo entendí con sólo esa mirada lo que quería, así que me acomodé abrí mis piernas y levante el culo para recibirlo nuevamente, ansiándolo dentro de mi, y así lo hizo… abrió mis nalgas y metió su verga sus caderas pegaban fuertemente en las mías, sus bolas golpeaban mi clítoris por momentos y eso me encendía aún más, por momentos veíamos nuestra imagen reflejada en el vídeo y era delicioso ver su cuerpo desnudo detrás del mío, ver y sentir como me apretaba mientras me cogía, luego lo acosté y metió su verga nuevamente, despacio y caliente, comencé a moverme con su verga hasta el fondo, mientras el me preguntaba como se cogía una verga y yo le decía como moviéndome sobre él agitando mis caderas sobre las suyas metiendome su verga aun mas, agitándome rápido y profundamente nuestras leches fueron inundándonos al mismo tiempo su leche golpeaba dentro de mi como cascada y mi leche escurría sobre su verga mojándolo todo y moviéndome mas lento la metía mas y apretaba mis caderas fuertemente pegándome a su cuerpo y descansé sobre el en un delicioso gemir y una respiración muy agitada que apenas permitía hablar pero aun asi un TE AMO no se hizo esperar entre sus brazos rodeando mi espalda y nuestras risas llenas de complicidad… como ya es costumbre!! Sentimos nuestro amor; lo pregonamos entre susurros y besos llegando así a casi el final de UNA FANTASIA HECHA REALIDAD, lo demás…. lo guardo en mi corazón como UNO DE MIS TESOROS!!!

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Ella continúa siendo igual de caliente y pervertida y quizás aún más, es ahora cuando ella controla el sexo y toda la lujuria familiar

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Esta es la historia real de mi actual compañera sentimental, el relato es tal y cual ella me lo va contando. Ahora ella tiene ya 40 años, pero estos son los inicios en su juventud. Ella continúa siendo igual de caliente y pervertida y quizás aún más, es ahora cuando ella controla el sexo y toda la lujuria familiar.

Era ya muy tarde, pero aún podía disfrutar de unos minutos más observando como mi padre le estaba acariciando los pechos a mi tía María. Yo me mantenía escondida detrás de la puerta y mi excitación iba en aumento, pero debía irme, me estaba esperando en la calle mi madre. Mi tía y mi padre no tardaron ni unos minutos al salir nosotras para ponerse en acción, seguramente querían aprovechar al máximo su tiempo. Me parecía increíble y estaba estupefacta, jamás me lo hubiera imaginado y no sabía si contárselo a mi madre o callarme y empezar a averiguar que tipo de relación mantenían mi padre y mi tía. Al final opté por esta segunda opción, y más tarde el tiempo me ha compensado la elección.

Mientras mi madre sacaba el coche del garaje, regresé a la casa a buscar una carpeta que se me había olvidado y fue el momento en que entre la puerta semi cerrada del salón, pude ver “in situ” como mi padre rodeaba con los brazos a mi tía y desabrochándole la camisa, empezó a acariciar con la punta de sus dedos los grandes y hermosos pechos de mi tía, cincuentona (55 años). ¿Qué le vería mi padre a mi tía?

Esta pregunta era la que me rondaba en la cabeza, si mi madre más joven (40 años) y hermosa, estaba hecha un pedazo de mujer, con una clase y un cuerpo increíbles; que era la admiración de cuantos hombres se cruzaban en su camino, ¡cuantas miradas de lujuria había yo observado de los hombres cuando al pasear se cruzaban en su camino! Me parecía difícil de entenderlo. Quizás por este motivo me empezó a rondar en mi cabeza la idea de investigar hasta que punto llegaba su relación, me propuse espiarles y averiguarlo.

Ahora yo tengo 40 años y cuando ocurrió lo que acabo de relatarles yo contaba con 18. Yo era la típica niña objeto también del deseo de casi todos los jóvenes de nuestra pandilla, mis amistades masculinas no abundaban mucho, pero me podía fijar como me miraban todos los muchachos del barrio, y la verdad y no es pecar de egoísta, debo decirles que era y soy, un bombón, rubia, ojos verdes, 1,65 de altura, bonitos senos grandes y de pezón turgente y rosado, mi cintura es diminuta, pero mi culito es en forma de pera, dice mi madre que es lo más bonito que tengo, debo decirles también, que mi pubis, al ser rubio y liso, hace que mi coñito sea un apetitoso manjar para quién tiene la ocasión y suerte de probarlo.

Me tachan de pija algunos, pero siempre me ha gustado la buena ropa y el porte y la clase que he aprendido de mi madre, además de eso y belleza de mi madre he heredado muchas más cosas, una de ellas es el frenetismo sexual que me está acompañando en mi vida desde que tuve mi primera relación.

Estaba en clase de matemáticas cuando me volvieron las imágenes a la cabeza de mi padre y mi tía, y me puse a tope de caliente, se me empezaron a mojar las braguitas y mi imaginación empezó a desarrollar escenas de sexo en el que se mezclaban las tetas de mi tía, el pene de mi padre etc. con la punta del bolígrafo había empezado a acariciarme el clítoris por encima de las braguitas y me estaba dando un gustillo que me hizo cerrar los ojos.

Me despertó del sueño una mano en mi hombro y la voz de mi profesor de matemáticas preguntándome si me encontraba bien. Que bochorno ¿se habría dado cuenta de lo que estaba haciendo?, me sentí ridícula y quise que la tierra me tragara, ¡que vergüenza! Me dije yo. Más sonrojada me quedé cuando despues de la clase, antes de terminarla, el profesor dijo: señorita Marina quédese en la clase que debo de hablar con usted.

Me quedé de piedra. Cuando ya salieron todas, me quedé sentada en mi silla, y Don Roberto el profesor se acercó, percibí una mirada maliciosa en su expresión cuando me preguntó ¿señorita Marina se lo estaba usted pasando muy bien antes, puedo preguntarle porque?, yo quería que la tierra se me tragara, aquel hombre asqueroso, pequeño, gordo y feo plantado delante de mí, con una sonrisa maliciosa, sabia lo que yo estaba haciendo y me sentí acorralada. No supe reaccionar hasta que el, rompió el silencio que aunque solo duró unos segundos, para mi parecieron una eternidad y me dijo; ¿sueños eróticos? ¿Con quién soñaba usted señorita?

Y a lo que añadió antes de dejarme contestar; si usted me cuenta sus sueños, le prometo no contarle a su madre y la situación con la que la he sorprendido hoy. Me quedé de piedra, no sabia que decirle, me limité a mantener mi mirada en el suelo, cuando él, al comprobar que yo no hablaba, tomó la iniciativa y me dijo; mire usted bien esto señorita Marina; y me agarró de la barbilla para levantarme la mirada hacia él. Al levantar mi mirada me quedé de piedra cuando me encontré frente a mis ojos una enorme polla erecta que apuntaba hacia mí. El muy cerdo empezó a meneársela delante de mí, se había sacado por la bragueta su enorme pene, sus testículos eran exageradamente grandes y golpeaban con fuerza su pantalón provocando un ruido bestial en cada movimiento de sube baja.

El cerdo no contento con esto, y yo totalmente aturdida, me cogió la mano y me la llevó a su pene, creí morirme cuando me obligó a cogerla, no la pude rodear con mi mano de lo gorda que era, y él me empezó a subir y bajar mi mano, hasta que ¡no podía creerlo!, me empecé a mojar como nunca me había mojado antes, de mi vagina salían líquidos empapándome de tal manera que no pude aguantar más y con la otra mano me empecé a masajear el clítoris, hasta introducirme un dedo dentro de la vagina y masturbarme ciega y llena de gozo.

Aquel cerdo, feo y gordo, me excitó ¿Cómo era esto posible? Pero me excité de tal manera que no le puse ningún reparo ni resistencia cuando me metió su pene en la boca y me obligó a empezar a chupársela. No me cabía en la boca, y él venga a darme embestidas que me atragantaban y me dejaban casi sin poder respirar, yo agarrada al trozo de pene que no cabía en mi boca no paraba de masturbarlo frenéticamente, hasta que noté como se hinchaban las venas de su pene y empezó a correrse en mi boca, no podía ni tragar ni escupir tanta cantidad de semen que le salía y casi me ahogo.

Me quedé pringada de semen, me resbalaba semen por la barbilla, mi vestido estaba mojado de semen por todos lados, y ese olor, mamada había tenido un gran orgasmo delicioso…

Después de aquella experiencia empecé a mirar a los hombres de otra forma, principalmente a mi padre y a mi tío.

Me fijaba en los hombres adultos, observaba hasta a los viejos del parque cuando daban de comer a las palomas, mi mirada siempre se dirigía a sus paquetes, intentaba percibir por encima de su pantalón, si abultaba el tamaño de su pene. A mi padre le observaba a todas horas y las escenas en el que le vi con mi tía, no paraban de rondarme, esto me hizo trazar un plan. Los seguiría a todas partes, los espiaría, para ver y comprender el porqué mi padre y mi tía mantenían una relación sexual.

Un día mi madre debió salir más temprano de casa por motivos que debía resolver en el centro del pueblo y que la llevarían toda la mañana ocupada. Salimos las dos dejando a mi padre solo en casa, mi tía vivía en la casa de al lado, por lo que me imaginé que no tardarían mucho en verse con mi padre. Cuando mi madre me dejó en las puertas de la U me quedé esperando a que su coche desapareciera por la calle, para salir corriendo a coger un autobús que me dejara cerca de mi casa.

Mi plan era llegar y sorprenderlos, espiarlos y comprobar por mi misma su infidelidad. Cuando subí al autobús, estaba repleto de gente a esta hora de la mañana los trasportes públicos están muy llenos, por lo que me tuve que quedar de pie todo el trayecto. Me fijé en un hombre, debía de tener unos 50 años, era alto y guapo, con un gran bigote canoso, estaba agarrado en la barra del autobús frente a mi y no pude contenerme en mirar su paquete, creo que mi mirada furtiva fue descubierta por él, ya que de no ver bulto ninguno en su pantalón, empecé a notar como se le estaba produciendo una erección.

Lo miré y me cazó con su mirada, yo no aparté la mirada, lejos de esquivarla como habría hecho normalmente aguanté su mirada que cada vez era de más deseo y perversa. Aprovechando el entrar y salir de la gente se fue colocando de tal manera que lo tenia ya completamente pegado a mi. Su pene me rozaba la barriga y con todo el descaro del mundo se iba frotando en mí. Me miró y sonrió al ver que yo simplemente me dejaba hacer, yo estaba ya súper excitada, y más cuando noté como con toda habilidad y discreción sin que nadie del bus se hubiera podido dar cuenta, me metió la mano por debajo de mi falda y con la yema de los dedos empezó a acariciarme la vagina.

Yo solo cerré los ojos y me dejé hacer, notaba la dureza de su miembro viril pegada en mi vientre y estaba ya a punto de llegar a un orgasmo cuando me agarró de la mano y sin mediar palabra me hizo bajar del autobús con él. Al bajar me dio la mano y sin mediar palabra empezamos a andar hacia un parque que había allí. Detrás de un gran arbusto, se agachó, me quitó las braguitas y empezó a lamerme mi chochito, jó ¡que placer! No tardé un segundo en tener un increíble orgasmo.

Cuando notó que yo ya me había corrido, se levantó, se desabrochó la bragueta y sacó su pene, era un pene grande, aunque no tanto como la del viejo profesor, me agarró de la nuca y me obligó a agacharme para que se la chupara. Ese olor otra vez, cuanto me gustaba, empecé a chupársela como loca, me metía todo lo que me cabía en la boca, le daba mordiscos, le chupaba los testículos, me la volvía a tragar, y estando en esto me dirigió su primera palabra desde que nos acercamos en el bus; chupa putilla chupa que te voy a dar un buen tazón de leche para desayunar, chupa, y yo no dejaba de chupar cada vez con más devoción.

Cuando terminó, introdujo su polla en mi boca para que se la limpiara, después se la guardó en el pantalón, cogió mis bragas del suelo, las olió perversamente, sonrió y me dijo; un pequeño recuerdo de ti, y se fue.

Me quedé un rato inmóvil y lloré, me sentía sucia. Esperé a que pasara el próximo autobús, me subí a el y continué con mi plan, espiar a mi padre y a mi tía. Pero esto ya es otra historia que otro día os contaré.

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Este relato es la primera ves q lo hice con mi perrito coco es 100% real espero les guste trate de relatarlo lo mejor posible

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Este relato es la primera ves q lo hice con mi perrito coco es 100% real espero les guste trate de relatarlo lo mejor posible espero sus comentarios no sean tan duros conmigo por fis………

Hola soy pamela tengo 21 soy de México,

Estoy por acá de nuevo ya he enviado dos relatos antes y otros q no publicaron espero este si, bueno esta ocasión les contare como me inicie en la zoofilia algo muy rico por cierto, bueno les cuento algo de mi soy bisexual hace 2 años tengo pareja estoy a punto de casarme el año q viene con mi novia todo muy lindo por eso no he tenido sexo con hombres y ya m hace falta pero no puedo engañar ami pareja

Antes de conocer ami novia yo ya leía relatos eróticos de zoo e incesto q son mis favoritos pero nunca pensé en hacer zoo esta hace poco ya q por mi relación con mi novia tuve q vivir sola con apoyo de uno de mis hermanos casi tengo un año viviendo sola y hace poco me regalaron un perrito de un poco mas de un año un labrador q le puse coco al principio era una lata no lo podía dejar dentro de la casa por que m tiraba todo así q lo amarre en el patio, hace unos meses conocí por chat una hermosa mujer q m aconseja y pasamos horas platicando por msn de todo tema esta q salió lo de la zoofilia ella igual le encanta comenzamos a platicar de esto casi un mes esta q una noche me gano la calentura y le propuse intentar con mi perrito fui por el mientras le escribía q hacia primero como ya m abia masturbado le di mi mano a oler m chupo mis dedos

Después le abrí mis piernas ayyyy q rico m comia toda ya ni podía escribirle ami amiga m abandone en el placer q coco m daba esta q me dio 2 deliciosos orgasmos me puse a contarle ami amiga q había paso y q había sentido y ella m dijo q le mamara la verga lo pensé poquito pero por mi calentura me gano lo ice lo puse en mi sillón ya la tenia un poco afuerita lo masturbe muy rico estaba caliente mojado y soltaba chorritos de su presemen esta q se la saque toda se m iso agua la boca jijijij hace mucho q chupaba una verga por su tamaño no m entro toda en la boca pero ice lo mejor q pude estuve mamándosela como unos 10 o 15 min creo y se vino en mi boca casi ahogándome ya había leído q daban mucha leche pero no creí q tanta termine y le conté ami amiga q ice ella me dijo q lo dejara montarme pero me dio miedo por su tamaño asi q no lo ise pasaron varios días m ponía muy caliente lo q avía echo y lo mejor q lo Sacaba con mi novia cuando cogíamos, una noche q me puse a platicar con mi amiga volvimos asacar el tema de cómo se la mame a mi perro m moje muchísimo y m propuso hacerlo de nuevo no lo dude fui por el y repetí los mismo pasos m lamio mi vagina lo masturbe y se la mame pero ya no era suficiente para mí

Mi vagina m lo pedía ya un año sin q m metieran una verga así q pese ami miedo m acomode para poder escribirle ami amiga como m cogía mi perrito le puse unas calcetas en sus patas para q no m arañara y m, puse en 4 con medio cuerpo en la silla de mi compu poniendo el teclado ami alcance para según yo escribirle ami amiga cosa q no pude ya se imaginan por q llame a mi perrito y me lamio mi vagina y mi colita mmmmmmmm m comía delicioso m saco un orgasmo pero no se montaba el tonto esta q entendió pero m daba unas embestidas salvajes y me picaba mi colita y mi vagina no saben cómo m ponía eso esta q pude tomar su verga y auch la puse en mi vaginita y m la metio todita dio un grito de dolor y gusto m dedique sentir lo mas rico del mundo me sentía llena la metía tan rápido cada ves se ponía mas dura y ancha su verga m daba oleadas de placer q no avia sentido antes mi amiga m preguntaba q pasaba no podía responder llego un momento en el q tuve un multiorgasmo q ay dios se m nublo la vista estaba toda sudada gemía y jadiaba mucho esta q viene lo malo de la historia lo mas doloroso de mi vida su bola comenzó a empujar tratando de meterla la verdad no savia q hacer estaba agotada esta q dio un empujón salvaje q m movió a mi y a la silla juntos y ay m al metió fue un dolor super fuerte llore y quise sacármelo no pude trate de relajarme pero no podía el dolor era mucho el se quedo quieto encima de mi llenándome de leche eso m dio alivio pasaron como unos 20 min creo los mas largos de mi vida esta q sentí mas delgada su verga se bajo y jalo yo igual y se m salió no podía creer q m avía metido su vergota roja gruesísima les juro q no lo creía yo m senté como pude no podía cerrar mis piernas mi vagina abiertísima y m salía mucha leche de mi perro

Trate de contarle a mi amiga lo q paso q por cierto m espero todo ese tiempo en el msn ya mi vagina me ardía mucho despedí a mi amiga y m meti abañar m dolía mucho cuando trataba de lavar mi vagina, dure casi 15 días adolorida con mi vagina hinchada era un martirio trabajar asi casi lloraba del dolor mi pareja m se dio cuenta aun q no m creyó q fuera una infección lo volví a hacer casi a un mes después ya no me dolio mucho fue mas placer y me he vuelto una adicta ala zoo mi perrito ya me obedece en todo y lo mejor q en una ocasión cogiendo con mi pareja fue tanta mi calentura q le dije q quería q mi perrito m cogiera eso lo dejo la para la próxima solo les adelanto q somos felices los 3 en mi cama mmmmmmm un besito bye de su amiga pamela.

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